sábado, 22 de abril de 2017

Karla Barajas


Nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en 1982. Desde 2004 publica cuentos, poemas, ilustraciones… en periódicos de Chiapas, entre ellos Noticias Voz e Imagen, Mirada Sur, en las antologías Cuéntame un blues, Antología de minificciones, Editorial La Tinta del Silencio (2013), y la antología Poesía desde la coyuntura: voces para caminar, editado por el Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística (2017); y revistas nacionales, Revista Va de Nuez de Literatura y Arte, Guadalajara, Jalisco; El Beismán, Chicago, Il; Poemas en Red, Proyecto Tijuana, y en Revista Enheduanna desde el 2016.
Publicó Valentina y su amigo pegacuandopuedes y La noche de los muertitos malvivientes, Editorial Imaginoteca, en el 2016; Neurosis de los bichos, Colección Minitauro, La Tinta del Silencio, 2017.
Participó en el “Primer Festival de Poesía Voces Contemporáneas rumbo a la Equidad”, Radio UNAM, Ciudad de México, Editorial Homo Scriptum, Artemisas Producciones, 8 y 9 de marzo de 2013, en D. F; por invitación de Maya Lima en el “3er. Grito de mujer. Festival de Poesía UAM”, en el Zócalo Capitalino, 9 de Marzo de 2013; en el “I Encuentro Internacional de Escritores en torno a Paradigmas poéticos y Narrativos”, Acequia Va de Nuez y Homo Scriptum, 30 de noviembre y primero de diciembre de 2012, Guadalajara, Jalisco; en el 6º Encuentro Nacional de Literatura, Al Sur de la Palabra, Conaculta y Colorín  Colorado, febrero de 2012, Séptimo Encuentro Nacional de Literatura “Al Sur de la Palabra”, 19, 20 y 21 de septiembre de 2013, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.



Alimentos exóticos

En un callejón estrecho de Tian’anmen, Beijing, vimos empalados alacranes retorciéndose, defendiéndose con pinzas y cola, caballitos de mar, cucarachas, escarabajos…  un hombre.
“Para quién lo ignore, la operación es bien sencilla. Brutalmente sencilla. Con un machete se puede afilar muy bien, hasta dejarla puntiaguda, completamente puntiaguda. Debe escogerse un palo resistente, que no se quiebre con el peso de un hombre, de ‘un cristiano’, dice el pueblo. Luego se introduce al hombre, hay que tirarlo de las piernas, hacia abajo, con vigor para que encaje bien”.
Sí, me acordé del cuento de José Revueltas, Dios en la Tierra, cuando vimos la figura humana de tela que unos veganos empalaron frente a los vendedores de ojitos rasgados, en protesta por el maltrato animal.


Junio en Arizona

La muerte te ronda. Cuídate del alacrán, dijo la adivina y curandera de San Cayetano y él pensó en su compadre Juan Abarca, “el ponzoñoso”. Cruzábamos por el desierto de Arizona y murmuró que no lo matarían las temperaturas altas, sería ese, su compadre.
―¿Qué se trae conmigo? ―reclamó el Juan Abarca empujándole el hombro, su mochila cayó al suelo.
―¡Usté me envidia ―reclamó colocándose la mochila de nuevo, fue cuando el alacrán le enterró su cola en el pecho y él se revolcó del dolor, íbamos a ayudarlo, pero su compadre gritó: ¡nos va a agarrar la Migra, apúrense!... Obedecimos. Cuánta razón tenía la adivina. 


Bajo estricto control

Para una industria próspera era necesario que las obreras fueran estériles. Con sus aparatos atrofiados trabajan como limpiadoras, nodrizas, almacenadoras, guardianas. Algunas tuvieron como crías zánganos. Hay una obrera en celo en la colmena, encerrada bajo estricto control por las otras abejas.


Infiernos

Cuando despertó estaba en el féretro, le faltaba oxígeno, intentó abrir la caja con todas sus fuerzas. No sintió la mano, las hormigas la habían despedazado y seguían recorriendo su cuerpo. Se abrió la caja y el hombre salió, no hubo tiempo de pensar, con un golpe en el estómago, el verdugo lo recibió. Una vez más cayó, esta vez sobre el suelo.
―Te faltan doce infiernos ―dijo el verdugo, mientras elevaba en alto su martillo.
Dolor.


Antes de salir al escenario del Three Forks…

La amó en distintos cuerpos de mujeres por el sur de Estados Unidos.
Los hombres no entendieron el adulterio de sus esposas; la fidelidad del bluesman, que de besar los labios de un fantasma, se agotó; y previo a su último concierto bebió la botella de whisky, que un marido deshonrado mezcló con estricnina.
En el Three Forks tocó su guitarra Gibson, en la vibración de las cuerdas escuchamos los orgasmos que sostuvo con Virginia Travis.
―Virginia, el amor es limitado, la muerte infinita ―dijo Robert Jhonson esa noche, cuando dejó de amarla al principio de su muerte.


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