Artista
multidisciplinaria. Alumna de los maestros Ricardo Diazmuñoz, Ricardo
Bernal, David Huerta, Oscar Wong y Saúl Serrano, entre otros.
Desde
1987 ha participado en distintos festivales culturales nacionales e
internacionales como actriz de teatro clásico, bailaora de flamenco,
cantante y fotógrafa.
A
partir de 1997 ha publicado en las revistas El
Cuento, Los Universitarios, Oráculo, el periódico cultural Cronopio y la gaceta Café, Pan y Creación en la ciudad de
México.
En
1997 sus poemas dramáticos El
Lado Oscuro del Sol y Terceto fueron
escenificados en el Foro Luces de Bohemia de la Ciudad de México.
En
1999 la editorial independiente Dziberchuén publicó la primera edición de su
poemario Canciones de la Nueva
Tierra.
En
2001 su poema Voices in the
Forest fue publicado en la
antología Holding on to Forever.
En
2002 The international Society of Poets, le otorgó un premio al mérito. Expuso
tres obras fotográficas y lecturas poéticas en el Festival artístico-cultural y
de servicios El Arte de ser Mujer, en el Centro Cultural Luis G. Basurto.
En
2004 varios poemas suyos fueron incluidos en la antología poética Poesía de
Raíces Mágicas de la Colección Vidzu de Estudios de la Cultura Mixteca.
Participó en el XII Encuentro Internacional de Mujeres Poetas en el País de las
Nubes, en la Feria del Libro en la Ciudad de Oaxaca y en la Sala Manuel M.
Ponce del Palacio de Bellas Artes. Asimismo participó como fotógrafa del
proyecto multidisciplinario parabuses de la Ciudad de México, Pecados Capitales.
En
2006 publicó poemas en la antología Voces Sin Fronteras de la editorial
Alondras en Canadá.
Desde
1995 ha colaborado como fotógrafa y articulista en diversas publicaciones
turísticas: Alta Hotelería; Gastrotur; Fotozoom; De Viaje! del
periódico Reforma; Azul; Suite 01; Altitud; Diez; Primera Clase; Generación Universitaria y Hombres
del periódico El Universal y la revista
Convenciones.
En
2012 expuso obra fotográfica en Los Colores de mi México en el consulado
mexicano en Sacramento, California. Participó en la exposición colectiva SELF
en Times Square, Nueva York, USA, y en el Glastonbury Fringe en Inglaterra.
Desde
2002 hasta la fecha ha participado como letrista y vocalista en varias
agrupaciones musicales: EVVO y Walkin’ Blues, en México; y en Inglaterra Rabbit
& Pumpkin y Knock on Wood. Ha grabado seis CD’s: Ki, EVVO, 2002; Rabbit
& Pumpkin, con el grupo homónimo, 2009; Tales of Beauty, Rabbit &
Pumpkin, 2011; Knock on Wood, con el grupo homónimo, 2012; Live!, Knock on
Wood, 2014; That Good Ol’ Jazz, Maryell Finisterre, 2014. Entre 2013 y 2014
participó como vocalista en dos piezas para el álbum de música electrónica
inglesa Universe de Sonic Tramp.
En
2014, bajo su seudónimo, Free
Oxygen, su obra fotográfica Some
Blues Beyond Mars II fue
utilizada como portada para el EP Superman/Strange Love de la banda inglesa
Carousels & Limousines y fotografió y diseñó la portada para el disco Sur
del guitarrista español Claudio Palomo.
Desde
2008 reside en la ciudad de Bath, Inglaterra, donde continúa su carrera como
letrista, cantante y fotógrafa de varios proyectos musicales. Ha diseñado y
fotografiado portadas para varias agrupaciones musicales inglesas.
Rito
Cosechar las mieses del
verano europeo; andar millones de kilómetros sólo para olvidar que nos hemos
perdido.
La
capa ondeando al viento. Escribir los sueños olvidados en la superficie
craquelada de un papiro egipcio.
La
taberna huele a jabalí asado untado con manteca y a cerveza de brezo.
El
hombre enjuto se dispone a tocar su arpa y contar una historia antigua sobre
héroes y doncellas amantísimas.
La
noche se cierne estrellada sobre el poblado montañés donde reposarán mis huesos.
Me
he olvidado el odre a mitad del desierto creyendo haber encontrado un
oasis: se hallaba reseco.
Veleidosas
ciudades perdidas para siempre en oscuros abismos marinos. Cantos y leyendas
que jamás volveremos a escuchar.
Templos
vitrificados, cuerpos calcinados.
La
historia de mi gente sepultada en las eternas arenas del Thar.
Esta
noche me verás danzar desnuda bajo la luna de Beltane. Punzaré mis manos y con
la sangre crearé un círculo espeso sobre la arena. Después uno a uno se irán
encendiendo los fuegos de la comarca y se quemarán los pertrechos del año que
muere. Esta noche me verás copular con árboles, bestias y hombres de piel
oscura. Aullaremos a los astros hasta que la ignición del alba nos deshidrate
el corazón. Mitra preparará un potente brebaje para fortificar los músculos
cansados, para que la orgía continúe aún ocho días con sus noches.
Esta
tarde me llamarás madre y hermana y te fundirás con mi carne, derramarás tu
esencia en mi vientre para que el universo vuelva a nacer. Después nos
perseguiremos hasta el mar para purificarnos y volver a las antiguas costumbres.
Construiremos
un palacio de alabastro, jade y coral, cincelaremos en sus muros una
nueva cosmogonía.
La
festividad toca a su fin. Puedo sentir mi vientre ensancharse de vida. Dibujas
con henna un sol cuyo centro es mi ombligo. Despeino tu endrino cabello y beso
el Cánopus de tu frente. Afuera los magos aguardan con cofres de mirra y oro.
El incienso colma mis sentidos, los agudiza.
Hoy
es el día propicio para hacer promesas de eternidad y posesión; en una copa
bruñida mezclas mis fluidos con los tuyos: bebo, bebes, el rito: consummatum
est. El cielo y la tierra vuelven a compartir el mismo lecho nupcial. Hemos
asesinado a la Guerra.
Taylor
Taylor se recostó en el
pasto para contemplar por última vez el cielo de aquel fragmento de universo
sin colonizar. Mañana llegarían cientos de astronaves repletas de científicos,
obreros y renombrados miembros del ejército imperial.
Aún
podía saborear las cerezas que había recogido en el bosque al amanecer.
Mi
mundo aún huele a manzanas y sidra, aún es feraz y dadivoso”, pensó mientras un
líquido amarillento escurría por su acerada mejilla dejando un
rastro de diamantina ámbar que reflejaba los dos soles.
“Mañana
todo esto habrá muerto. No hay quien detenga al Imperio en su titánica
empresa”, reflexionó con tristeza.
Se
sumió en sus pensamientos y recordó que se había olvidado de reprogramar su
sistema digestivo; ahora sólo podría beber el aceite azul durante una semana.
Después
de una breve siesta se levantó y caminó rumbo al huerto del hospital. Todos los
goznes de su cuerpo rechinaban.
¿En
qué momento, Tylor se había hecho viejo? ¿En qué momento su modelo se había
vuelto obsoleto?, se preguntaba una y otra vez. “No soy más que una chatarra
pensante”, se dijo mientras una milésima parte de su cerebro analizaba la
temperatura y la humedad del ambiente sin que él le diera importancia.
“¿Cuántos
datos inútiles llegan a mi banco de memoria a cada instante? ¿Cuántas vidas
humanas están registradas, analizadas y archivadas en las finas celdillas de
titanio que me conforman?” Estas interrogantes lo inquietaban con frecuencia.
Se sentía cansado.
Entró
al comedor. La sopa de tomatillo estaba servida. Era una pena, pues ya no
podría comerla. Ángela le reprochó el haberse demorado en la recolección,
Gunther y Esperanza ya estaban en el segundo plato y Miller en el postre.
En
ese mundo maravilloso sólo quedaban ellos cinco. Ahora que todos los humanos
habían muerto, ya no tenían a quien cuidar, en consecuencia, el hospital ya no
tenía sentido. Tal vez por eso, después de mil soles de calma, el Sistema
Galáctico de Conquistas escogió aquel paraíso para construir la futura Deidad
Imperial.
Ocio: Atisbos de libertad
Los ágiles dedos desgarran
el vacío de la pizarra: blancas cifras: fórmulas: ecuaciones: qué sé yo. No
miro las huellas del gis, me hundo en el vacío verde oscuro, verde oscuro.
El
golpeteo del bolígrafo sobre el pupitre opaca la retahila cada vez más
incomprensible de la maestra. En una esquina del cuaderno surgen, secretamente,
sus lentes, su nariz, sus labios, y una palabra que la desenmascara. En menos
de lo que me percato ya estoy en el pasillo, fuera del salón, expulsada por
ofender la fisonomía de la bruja. Y ahí estoy, una vez más, escurriendo la
tristeza de la tinta sobre el papel: mi primer poema.
Y
en Historia sucedía lo mismo. Justo al borde del tedio, de no querer oír más
sobre beneméritos y caudillos que mueren y renacen durante el infernal disco
rayado de primero, segundo y tercero de primaria, secundaria y bachillerato; mi
mano me arrastraba hacia el hipnótico carrusel de las letras hasta que nacía un
verso o tal vez, en el vaivén de las líneas, un hada o una sirena.
Las
tardes se fueron disipando en las aceras donde me sentaba a padecer y me dejaba
seducir por la volumetría, la esencia, la cinética y la estética fantasmagórica
de aquellos paseantes que nunca volvería a ver.
Y
ahí estoy, en algún bar encendiendo mi primer cigarrillo y libando mi primer
vino, hastiada de escuchar colores de uñas, de labios, de vestidos y zapatos
con los que, según me dicen, conoceré al amor de mi vida.
En
esos intervalos sólo anhelas no ser una etiqueta, no participar en la misma
guerra: destacar para encontrar o ser encontrada. Prefieres perderte una vez
más en lo verde, pero ahora no en el oscuro y vasto del pizarrón, sino en un verde
brillante y vertiginoso y ruedas sobre él marcada con un número, un color,
golpeada por otro número y otro color que tú misma te has lanzado para
precipitar tu caída en la buchaca donde recoges tus años: fragmentos de arco
iris manchados de azul: tiza que embadurna la punta de tu felicidad. El ocho
redondo y negro se despeña y marca el final de la partida.
En
un fragmento del papel que envuelve los cigarros o en el revés de la etiqueta
del tinto, tu lápiz labial, con el que tal vez encontrarías marido, sangra un
mensaje, te lo sangra; mientras, el verde pasto escolar, el verde pizarra, el
verde limo invadiendo la acera y el verde fieltro de la mesa de billar te
succionan, te abisman y alcanzas a leerte en las grasientas letras rojas que
tus dedos frotan: quería ser libre.
Escapismo
Distensión oblicua merodea
entre nocturnas incertidumbres.
Las
compuertas del rostro androide se abren y se cierran: blink, blink: nos vigila.
Dibujamos
figuritas sobre una loseta con la mostaza que sobró del almuerzo.
Fingimos
ignorar el voyerismo de las máquinas: meticulosas registran cada trazo para los
anales del psiquiatra.
No
saben que hemos practicado mucho tiempo...
Damas
y caballeros, humanoides y robots, ¡esta es la Gran Noche!
Ahora,
vuestros vacuos ojos serán testigos de un prodigio: ¡mi desintegración
molecular!
La despedida
Camino sobre el terreno
abrupto con incierto paso. Llego hasta la enormidad metálica del puente. Me
recargo en la baranda para contemplar la ciudad en llamas. El río humea. Sin prisas
me desabotono la blusa y la arrojo al vacío. Arrojo las sandalias, la falda
arrojo. Saco del bolso una pequeña navaja. Corto mis bragas. Se deslizan. Caen
sobre el pavimento. Salto y disfruto la caída. En las quemadas aguas me
sumerjo, me purifico, emprendo el vuelo, me desvanezco en el belicoso y
turbulento cielo.
Sitio
web: http://maryellfinisterre.com
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