Abraham Truxillo (Acapulco, Guerrero,1983). Es autor del poemario Postales del ventrílocuo (Ediciones Sin Nombre, 2011). Su obra
ha aparecido en medios impresos y electrónicos como La Jornada Semanal, Casa del
Tiempo, Tierra Adentro, Periódico de Poesía, Punto de partida, Cultura Colectiva, entre otros. Es profesor de
español como segunda lengua.
La bala de cañón
La bala de cañón es perfecta y desafía todos los órdenes conocidos. Su
forma es garantía de justicia: no tiene adelante ni atrás, no tiene arriba ni
abajo, no tiene un lado más grande que el otro, no tiene la belleza en el
interior ni en el exterior. Su belleza está en la armonía de sus entrañas, en
el equilibrio rotundo de su ser.
Alegoría del justo medio, la bala de cañón es noble en todos sus
átomos de plomo. En gracia y altivez no tiene comparación. Ostenta siempre un
color negro alegría que la vuelve inconfundible.
Sin embargo, a pesar de su equilibrio y perfección, la bala de cañón
está condenada a perder la dirección de sus pasos. Su única posibilidad es la
tragedia. Debe someterse a voluntades ajenas y malignas que la guiarán de
manera inexorable. La bala de cañón aguarda toda su vida para la brevedad de un
estruendo, y lo asume con una rigidez que no admite pero ni vacilación. Cuando
llega la hora la bala de cañón cumple con estoicismo su destino, sólo para ser
olvidada, o para vivir en la memoria triste de aquellos que la recordarán con
rencor. Por eso no puede esconder nunca la pesadez de su existencia.
La bala de cañón acepta su fortuna, pero su causa no ha sido la de
aquellos que la controlan. En el instante último desafía una vez más todo
conocimiento y toda ley, y cumple su causa más íntima. Se eleva con todo
su ser de plomo, abandona la superficie que la ata, y logra la maravilla del
vuelo.
Muere de una sola palabra, libre como nunca antes, pero cierta que no
conseguirá la redención.
El Hombre Elefante
El Hombre Elefante duerme siempre en la misma posición: fetal sobre la
izquierda. Con el doblez de anca exacto para que no se le muelan los intestinos
por las rocas óseas de la cadera ni se le trituren los pulmones con las patatas
de calcio en las costillas o se le rompa el cuello a causa del meteorito que
tiene por cabeza.
Entonces, durante la noche, el Hombre Elefante sueña que es un
triángulo, luego un cuadrado, un pentágono y un círculo. Sueña que es una forma
definida. Y en la última curva del alba, el Hombre Elefante sueña que es un
elefante. Con cinco miembros y una cola adicional. Que camina entre animales
bellos, idénticos a él. Lejos de los hombres.
Circe
A mitad de la tormenta, encontró que su yate no tenía mástil y se
amarró al timón en el peor ángulo del Triángulo de Las Bermudas. Amigos
empresarios le habían contado sobre un lugar de placeres exquisitos para
acaudalados. Un rincón del Caribe con auténticas sirenas de pechos a la medida,
exclusivo para las embarcaciones privadas que pudieran llegar. El telescopio de
su imaginación había hecho zoom sobre el lugar carnal. Se vio en un paraíso de
elíxires embriagantes, rodeado por criaturas hermosas y dispuestas.
Pero la fortuna le había deparado otros derroteros. La tormenta lo sacudió
como a un barco de papiro. Luego de naufragar se encontró en una playa con
seres perversos que rodearon su cuello y sus manos con grilletes. Marcaron su
espalda con un cauterio. Lo sometieron a torturas y tratos denigrantes.
Más tarde, cuando Circe apareció con el bisturí, él rogó en vano
a sus dioses que lo salvaran del destino ominoso.
Su familia recibió dos semanas después un sobre con tres dedos y una
nota de rescate. El dinero se pagó muy cerca del lugar adonde se dirigía cuando
los elementos lo perdieron. Él aún sueña con la isla prodigiosa.
Lamento de la sardina
Formo parte de un grupo nutrimental de frenéticos individuos,
condenados a la huida perpetua. En cardumen somos el héroe que sostiene el
hambre del océano. Nuestra vida es una convulsa coreografía frente el acoso de
los depredadores locales y visitantes, el espacio donde hasta los enemigos
tradicionales chocan aletas. El león marino y el gran blanco se regodean, la
orca ríe, el pez martillo cede el paso, el hombre pone salidas secretas a sus
redes para el delfín.
Mis hermanos no maldicen su existencia y se alimentan como yo del dios
plancton que sobreabunda. Pero tire usted una pedrada a la pescadería y sin
duda cenará a uno de mis parientes.
Es cierto que gozamos del bien supremo de ser parte de la onda,
segunda naturaleza del agua, vuelo que se antoja propulsión inexplicable. Somos
la piel más sensible del mar. Corriente en la corriente. Sin embargo, yo no
quiero el destino que se me ha asignado. ¡Desde mi pequeñez, maldigo a los
faraones de la pirámide alimenticia!
Mis hermanos afirman para consolarme que la foca y la ballena nos
veneran antes del banquete, que somos dioses de los otros. Pero esto yo no lo
creo.
Celacanto
Acostumbrados sólo a las fotografías que calcan los milenios en las
losas y lajas del mar, los paleontólogos no estuvieron listos para la aparición
del celacanto.
Después de que se creyera un animal en plenitud de extinción, ajeno al hombre y
a sus eras, Leonard Brierley Smith —ictiólogo,
químico y profesor universitario— rescató
al celacanto de los dominios de los cazadores de huesos y nostálgicos de la
biología.
El
celacanto no solamente estaba vivo, sino que también coleaba y nos permitía
asomarnos a su ser moderno y su naturaleza de anticuario. Ahora podría brillar
como la estrella más vieja de la fauna. Para bochorno de la comunidad
científica, el celacanto resultó ser un animal bien conocido en el sur de
África, poseedor de un nombre que la historia no registra.
Extraordinario evento el de un animal que regresa para contradecir esa muerte
superior que es la muerte de una especie: ¡extraordinario!, pero no carente de
infortunio. Con el descubrimiento del celacanto, Sir. Wallace Rogers, el
afamado científico de Oxford que había realizado los primeros descubrimientos
fósiles del pez, lamentó largo tiempo y en fallido secreto la revelación de su
mascota intelectual.
Contacto: abrahamtrjll@gmail.com
3 comentarios:
Estupendo!!!!, como todo lo que usted escribe. En horabuena maestro, le deseo muchos éxitos más, que gusto da saber que aún hay escritores en estos tiempos y más aún cuando dicho escritor es tan joven como usted. Saludos y bendiciones para usted.
Exquisitos poemas. Enhorabuena
Magicos! un gran placer leerlos. felicidades.
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