sábado, 21 de septiembre de 2019

Daniel Bernal Moreno



Daniel Bernal Moreno. Toluca 1978. Cursó el diplomado de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México. Ha sido dos veces ganador de la beca del Programa de Estímulo a la Creación y el Desarrollo Artístico (PECDA) en 2015 y 2017. Es autor del libro de minificción Todos estamos aquí, Fondo Editorial BUAP, además de haber sido incluido en las antologías de minificción Vamos al Circo y Cortocircuito, Ficción Exprés BUAP y Cuerpos Rotos, Bitácora de vuelos. Mención honorífica en el Certamen Laura Méndez de Cuenca 2017 por el libro de cuentos Entonces vimos llover publicado por el Fondo Editorial del Estado de México (FOEM).




A_sencia

Claro que se sintió herida. De lo contrario no habría desaparecido. Lo más grave es que no lo noté, hasta varios días más tarde. No la vi escapar. Y la verdad, no parecía tan necesaria al principio. Es posible trabajar sin ella, hasta cierto momento. Al final, si existe, es por algo. Nada está sólo porque sí. Casi he podido evitarla, podría haber nombrado distinto a mi texto, pero la extraño. Hace falta en mi teclado, pero no en mi corazón.


Perspectiva

Pensó que tener un hijo a los sesenta años era condenarlo a mucho tiempo de orfandad; sin embargo, la ilusión del primogénito lo invadió y aparecieron unas renovadas ganas de vivir. Cuando el niño cumplió tres años, su padre marcó la primera línea en la pared: estaba a punto de llegar al metro. Por curiosidad se recargó en el muro. Tardó unos segundos en enderezarse. Nunca fue alto, pero su metro con setenta centímetros lo metía en la estatura promedio del mexicano. El índice quedó fijo en la pared justo a la altura máxima de su cabeza. Hizo una pequeña raya y notó que los años le habían robado ya un par de centímetros. Miró a su hijo que sorprendido lo veía, desde su perspectiva, como un gigante. Una punzada en la espalda baja lo hizo volver a encorvarse.
Cada seis meses su temor cobraba fuerza. Las líneas estaban cada vez más juntas. La última marca vino de la mano del hijo que, con tristeza, detuvo a su padre con una sola mano, como si fuera a aprender a caminar. Y con la otra trazó una raya. El padre, con su vista cansada, miró a su hijo convertido un gigante.


Crimen resuelto

La soberbia del detective lo llevó a dejar en una nota el nombre del asesino. La dejó al alcance de la policía. Después sirvió un whisky, subió el volumen para escuchar un blues desgarrador y se sentó de espalda a la puerta. Sonrió cuando escuchó detrás de él cómo cortaban cartucho. Siempre tenía razón.


Incertidumbre

Eran pocas las personas en la terminal de autobuses. Ninguna notó que sus zapatos se mancharon del tenue rojo que la sangre dejó. Mucho menos se percataron que el líquido dibujaba una delgada línea que se perdía en un baño público.
            “No grites”. Él repitió una y otra vez sin dejar de abrirle las piernas con fuerza. Ella no lo pudo evitar, entre el olor fétido y la incertidumbre, dudó que pudiera salir bien librada. De pronto, un nuevo estallido interno y el dolor cesó. Alivio... El niño al fin había nacido.


Malena

La añoranza de su patria hizo que su padre lo llevara a un espectáculo de tango. Matías no había visto nunca a una pareja bailar así. La pubertad grabó en su mente un hermoso par de piernas cubiertas por unas medias de red, negras. Un vestido rojo ceñido a la cadera torneada que sensual se contoneaba. Sus ojos bailaron al compás de Manzi. Y odió, como se odia en la pampa, no ser él quien estaba en el escenario. Ignoraba cómo se llamaba la mujer, pero desde ese día decidió que sería Malena. Con el galopante fluir de su sangre, Matías subió al escenario, apartó al hombre que, displicente, cedió su lugar. “Enséñame a bailar”, suplicó Matías.
Las luces rojas acompañan al bandoneón. Los aplausos retumban al ver la espalda delicada que muestra el escote del vestido grana, la cabellera negra recogida deja ver su cuello largo. Los hombres se impacientan al ver la pierna emerger de la abertura del vestido. Las medias negras de red cubren las piernas de Matías, aunque el público lo conoce como Malena.


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