Julio César
Sánchez Chilaca (1981, Puebla, Puebla). Estudia la licenciatura en Artes
Plásticas, en el Instituto de Artes Visuales del estado de Puebla. Así como en
los talleres de poesía de la sociedad de escritores de México (SOGEM) de Puebla,
del 2008 hasta la fecha. En 2004 obtuvo el primer lugar en el concurso de cuento
del periódico Síntesis, con el cuento
un día en la vida publicado en el mismo diario; así como el primer lugar en el
concurso de poesía convocado por la BUAP (Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla), y con la obra Dulces sueños obtuvo
el premio Nacional de Cuento Tintanueva 2012. Es incluido en la antologia Cuando
la luz se descifra 2013, y recientemente en el 2014 publicó el poemario: Serena
oscuridad.
Té de tila
Bebiendo sorbos del té de tila, la
anciana fue a recostarse a su cama. Sintió cómo poco a poco se relajaban
los nervios, pues desde hace varios meses sufría la paranoia de que alguien
merodeaba su hogar. Al irse tranquilizando con la bebida, descubrió que las
sigilosas pisadas eran en realidad el crujir del viejo piso de madera, y que
aquellos objetos puestos en otros sitios, eran movidos por ella misma y a su
mala memoria. La tranquilidad fue retornando aquella noche.
Bajo un sopor
insostenible, apenas pudo apagar la lámpara antes de hundirse en su sueño, a la
vez que una sombra tétrica acechaba desde el umbral de la habitación.
Amnesia
Después de aquel duro golpe, olvidó todo,
inclusive que había muerto.
Inesperado
Sin que nadie la llamara, la niña apareció de
súbito en el umbral de aquella pieza donde se encontraban los policías y su
padre. Ella, con los labios pálidos y temblorosos, señaló a su progenitor como
el asesino de su mamá. También dijo cómo después de degollarla la arrastró
hacia el sótano, mientras ella estaba oculta debajo de la mesa. Los agentes lo
aprendieron, a la vez que el criminal quedaba atónito y confundido, porque
estaba seguro de que su hija era muda.
La cita
Jorge bebía una taza de café mientras
esperaba a Laura, su prometida, en aquel íntimo restauran. Muy pronto los
aromas que flotaban desde la cocina lo sumergieron en la mezcla del amor por
Laura y el vislumbre de imaginar los alimentos, además de la forma en cómo
elaborarlos con esa destreza que él poseía. Fue fantaseando cómo cortaría la
carne suave y blanca de su novia, en primera intención para cocinar ese filete
tipo rib eye con sala agridulce que
por tanto tiempo se había privado; su hígado en posterior en ese pate
acompañado de pimientos verdes, para después concluir con la medula al guisarla
en una fina sopa.
––¿En qué tanto
piensas, Jorge? ––le preguntó Laura, mientras le daba un beso en la mejilla.
––Solo puedo pensar
en ti.
Ella dibujo una
sonrisa en los labios.
Sempiterno
La mujer retrocede ante aquel precipicio con
el rostro pálido y sus pupilas dilatadas por el temor, sin embargo, la tierra se afloja y cae dentro de esa
oscuridad infinita bajo un grito que hace despertar al hombre que la sueña.
Él enciende la luz
para retornar a la seguridad de su cama. Se descubre agitado, bañado en sudor
frío. Estando más sosegado, piensa que no hay nada de qué preocuparse, que sólo
se trató de una pesadilla y que no puede encerrar ningún mal augurio, porque ni
siquiera conoce a la mujer. Entonces decide ir a tomar un vaso de agua. Al
hacerlo y dar los primeros pasos, sus ojos se llenan de terror: descubre que se
encuentra al borde de un despeñadero al que caerá, dando un alarido que
despertara a una mujer desconocida.
1 comentario:
Agradable muestra que presentas con los textos de éste joven maestro.
Brillante manera de armar los relatos con golpe muy especial de sorpresa.
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