sábado, 18 de julio de 2020

Susana López Malo



Susana López Malo (Puebla, 1988) es Licenciada en Comunicación por la Universidad Iberoamericana. Ha trabajado en diversos proyectos editoriales —educativos, publicitarios y literarios— y talleres que promueven la lectura y escritura con y para niños. De 2012 a la fecha, se ha formado en talleres de creación literaria en espacios como la Casa del Escritor y el IMACP. En el 2013 realizó un diplomado en Edición y Comercialización de Libros, ofertado por la Ibero Puebla en alianza con la Editorial Edaf y el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla. También realizó el diplomado en Profesionalización de Mediadores de Lectura, a cargo de la UAM Xochimilco y la Secretaría de Cultura, en el marco del programa Salas de Lectura.

          Si vienes, te cuento es su primer libro de cuentos para niños, el cual fue editado por Fomento Editorial BUAP en 2015. Su cuento Arturo fue seleccionado en la primera convocatoria de cuento breve de la Escuela de Escritura del IMACP y fue publicado en Brevario. Antología de cuentos de la E (2016), junto con otros nueve autores poblanos. Ese mismo año, con el cuento Mudanzas ganó el primer lugar en el concurso de cuentos sobre alebrijes del Museo de Arte Popular de la Ciudad de México.
          Su obra también ha sido publicada en diversas antologías nacionales e internacionales: Muestra de cuento Universitario (2012), Poquito porque es bendito (2013), Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve peruana (2017), Cortocircuito. Fusiones en la minificción (2017), Vamos al circo. Minificción hispanoamericana (2017) y Resonancias (2018).



Urge

Maestra para trabajar en salones de más de 60 estudiantes y que esté preparada para impartir todas las clases, a todos los grados y a todos los grupos.
Se valorará su tolerancia a la frustración, sobre todo si no tiene problemas para explicar el mismo contenido una y otra vez mientras cumple con los programas oficiales y todo lo que el niño no ha aprendido en su casa. Las inasistencias, retardos y bullying estarán a la orden del día, le pedimos ser proactiva para encontrar soluciones (nosotros no lo hemos conseguido).
Antes de postular, tome en cuenta que no tendrá vacaciones, horas libres ni tiempo para comer. Deberá llegar temprano, estar presente en el recreo vigilando que sus alumnos no se peleen, y permanecer en las instalaciones de la escuela hasta que el último estudiante se vaya (esto varía, una vez vinieron por un niño a las 6 pm).
En la medida de lo posible, se brindan buenas condiciones laborales. No contará con espacio propio de trabajo, aprenderá a negociar y compartir con los demás. No nos hacemos responsables de las relaciones que entable con otros profesores de esta institución (le sugerimos mantener su distancia de la maestra de 4to).
Deberá proveer todos los materiales para sus clases, la escuela no cuenta con dinero para tal efecto. Se ofrece salario mínimo y compensaciones con base en las buenas notas de sus estudiantes.
Si tiene bonita sonrisa, gran corazón y sabe lidiar diariamente con padres de familia enojados, ¡postule, por favor!


Sentir

5 Ellos se fueron silbando como si ya nada sucediera.
4 Seguían pensando que sería igual por siempre.
3 Sólo cuando un soldado salió con sangre,
2 ellos se sintieron seriamente ofendidos.
1 Sollozaron y sintieron.
0 Se salieron sin silbar, sin sonreír.


Hombre de circo

Llegaron de noche, a esa hora cuando ya casi todos duermen y son pocos los que caminan por las callecitas; y, aun así, todos sabíamos que el circo estaba de vuelta en la ciudad.
Aparecieron sonrisas y ojos llenos de ilusiones, entonces mi padre comenzó a extrañar al abuelo. Arribaron camiones cargados con cuerdas, picos y mazos; tarimas, aros y algunas pelotas; vestidos, sombreros y grandes cajas de magia.
Papá dice que el abuelo era cirquero, pero no de esos que dan piruetas, doman animales o desafían alturas. El abuelo era eso que papá llama como “un constructor de circos”.
―Levantar una carpa era cosa de expertos: cada carpa es un circo y cada circo una historia ―dice, mientras piensa en lo que contaba el abuelo.
Primero había que elegir un gran suelo de tierra y clavar estacas larguísimas, casi tan largas como los hombres más altos del mundo. Después usaban elefantes enormes que ayudaban a atar las cuerdas y terminaban por levantar la gran carpa de colores: rayas rojas y blancas que ningún ojo podía ignorar. Después había que llenar el interior de la carpa.
—Antes no había camiones cargados con postes y telas y mazos, eran vagones tirados por caballos los que llevaban la magia de un lado a otro. Eran obreros fuertes, sucios por la carga y la falta de agua, que viajaban de norte a sur. Uno de esos hombres altos y fuertes y sucios era tu abuelo, un hombre de circo.


Hábitos

Le hacía gracia adornar su hábito con un detalle colorido por aquí y otro por allá. Por debajo usaba medias, botas o zapatillas simpatiquísimas. Se sabía todas las canciones y, ante la menor provocación, jamás titubeaba en ponerse a bailar. Solo así, las mujeres dudosas que por la calle la encontraron, comenzaron a pensar que la vida de las monjas no podía ser tan mala y al  monasterio se inscribieron. 

Día rojo

La muñequita aún colgaba del retrovisor y se mecía como si estuviera en un columpio. Su vestido estaba manchado de rojo, parecía que alguien por accidente le había aventado gotitas de pintura. Miré el mío, ¡eran casi iguales! Papá dijo que, en cuanto saliéramos del auto, la muñequita y yo iríamos directo a la tina para quitar las gotas rojas que manchaban nuestros vestidos. Pobre de papá, tenía los ojos llorosos y la voz se le cortaba.

—Tranquilo, que con las burbujas de jabón seguro se quitan —le dije. Pero él siguió con la mirada fija en las gotitas rojas que nos caían de todas partes.



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