sábado, 3 de junio de 2017

Rodolfo Luna


Originario de Xicotepec de Juárez, Puebla. Ha participado en talleres organizados por la Sociedad General de Escritores de México: “Sátira, Ironía y Humor en la Literatura”, curso a cargo del Maestro Lazlo Moussong, “Taller de Creación Literaria” con el autor Mario Islasáinz, “Taller de Novela Breve” impartido en el Complejo Cultural Universitario de la Buap, es miembro fundador del Taller Literario Xicotepec. Durante dos años llevó un taller sabatino al Centro Regional de Readaptación Social. Trabajos suyos fueron incluidos en la Antología de Cuento y Poesía de la Escuela de Escritores de Sogem, Puebla. Entre otros medios ha publicado en la revista Pasto Verde, el suplemento cultural Río del periódico Intolerancia, la revista Tierra adentro. Participó en la antología Puebla Directo, quince relatos de la ciudad, editada por el Instituto Municipal de Arte y Cultura. Es autor de la colección de cuentos titulada Hallarás tus días. Su obra El Ruido de Una Piedra obtuvo el primer lugar en el concurso de cuento Mujeres en vida organizado por el Centro de Estudios de Género y la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.



Victorias inmortales

Aracné se tenía por la mejor tejedora, no solo de la tierra sino también del cielo. Palas consideró tal orgullo digno de pena y para mostrar el error elaboró una tela, tan espléndida como amenazadora. En la obra aparecían castigos impuestos por los habitantes del Olimpo a desgraciados humanos. Su adversaria tejió en respuesta otro prodigio aún más impresionante donde enlistaba culpas de los altos dioses. Sobrepujada, la Señora de la Guerra golpeó a la mujer y ésta corrió a ahorcarse. Palas la condenó a vivir perpetuamente suspendida, deforme y miserable. Pero el mayor triunfo de la artista sobre la deidad se dio cuando, convertida ya en un diminuto monstruo de ocho patas, Aracné volvió a tejer.


De la perfección

Esculpió Pigmalión la figura de una mujer, tal fue su arte que ningún defecto empañaba la obra. Extasiado por la brevedad de aquella cintura, las curvas ceñidas de los muslos, la firmeza de los pechos, la gracia del pelo cuya caída eternizaba el marfil, contempló, en fin, la perfección y no pudo sino enamorarse. Llegadas las fiestas de la diosa suplicó a Venus convirtiera su artificial doncella en una verdadera persona. En ese momento los rizos de la escultura perdieron su rigidez y el viento les hizo flotar despeinados, muy despeinados.


Diana al descubierto

No siempre la fiera Diana ha dedicado todo el tiempo al ejercicio de la caza, causa tanto de su extrema habilidad con el arco como de la firmeza de sus miembros. Hubo meses en que prefería darse largos baños en una gruta, pasar las horas tumbada en compañía de ninfas. En esos días, accidentalmente, un hombre tuvo la desgracia de sorprenderla desnuda. Ella tomó las armas y por primera vez erró el tiro. El joven fue metamorfoseado en ciervo. Algunos hallaron justo el castigo por estar en proporción al pudor de la casta diosa. Mas ¿qué culpa hay en lo involuntario? Confundidos, los perros desgarraron al amo. Acteón pereció ignorando que todo era para evitar el escándalo de una palabra: celulitis.


Narradores

Como todas las mañanas sin escuela, Ángel visitó a su tío para que le contara algo. Ese día lo acompañó David. Hechas las presentaciones los niños se sentaron en el piso mientras el comerciante usaba el banco alto. La historia tenía un laberinto, un monstruo que comía doncellas y muchachos, un héroe malagradecido, un barco con velas negras. A poco Daniel se unió al grupo, después Fermín, Isidro, Felipe… Cuando terminaron las vacaciones el hombre de la tienda suspiró aliviado al ver su mañana por fin dedicada a los clientes. Esa tarde llegó David, tomó el banco alto indicando el suelo con la mano y empezó a contarle al tío de su amigo la historia del minotauro. 


Vano esfuerzo

Mi amigo el pacifista suele quejarse de su hijo, pues éste ama la violencia pese a los muchos azotes que le dio en su niñez para corregirlo.


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