sábado, 1 de abril de 2017

Yobany García Medina



Yobany García Medina (Estado de México, 1988). Es licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas, FES-Acatlán (UNAM). Es miembro fundador del Seminario Permanente de Metaficción e Intertextualidad (FES-Acatlán) y ganador del 1er. certamen de minificción Fantástica lascivia, UNAM, DGACU, mayo 2013. Ha participado en diferentes congresos nacionales sobre estudios literarios: I y II Congreso Nacional de Metaficción e Intertextualidad “Nuevos enfoques teóricos” (UNAM, 2014); XII CONELL “Palabras en el tiempo: nuevos espacios, nuevas formas” (BUAP, 2014); II Coloquio de Literatura y Creación. Horizontes: pensar la literatura hoy (UACM, 2015); VIII Necroloquio de Putrefacción Múltiple. Encuentro con Tánatos (UAEM, 2015); I Encuentro Nacional de Estudiantes de Lengua y Literatura Hispánicas (Fes-Acatlán, 2016); y en el I Congreso Interuniversitario de Estudios Literarios y Lingüísticos Silencio, palabra y poder: resonancias en el cuerpo lingüístico y literario, Universidad Autónoma de Yucatán, (Mérida, 2016).
Además, ha publicado en diversas revistas y antologías, entre ellas: Revista La Otra Raíz, Penumbria, Palabrijes, Monolito, Revista Bistró, El Humo, Rojo Siena, Revista Dislexia, Revista Nano: minificción latinoamericana, Primera Página, Nocturnario, Revista Minificción, Revista a Buen Puerto, La Rabia del Axólotl, Moria y Destiempos. En esta última publicó el artículo: “Lo metaficcional en la minificción mexicana. Construcción y funcionamiento de la trama”, Revista de curiosidad cultural, Nº. 43 (febrero - marzo), 2015. Actualmente es profesor del Diplomado en Creación Literaria del Centro de Integración Humanística (CUIH).



La quiromante

Luego de rigurosos años de estudio y de constantes lecturas logró hacerse de una gran fama. Alguna de esas tardes, y después de tantas historias encontradas en las manos de sus clientes, la visitó un hombre con las palmas en blanco. Consternada por no saber qué decirle acerca de su destino, decidió cambiar de carrera y escribió su nombre en la mano de aquel hombre.


El centinela

Hace dos años la conocí, fue amor a primera vista. Esa misma tarde, disimuladamente, rocé sus muslos firmes y morenos apenas con la punta de mis yemas, vestía una minifalda marrón y una blusa negra sin mangas.  No dijo nada y yo sonreí. Teníamos ya una cita. Esa noche, lo recuerdo, cerré apresurado todas las puertas, todas las cortinas y apagué todas las luces. Tomé un par de velas, las encendí y me desnudé y la desnudé. Fue maravilloso. Al día siguiente fui despedido, olvidé acomodar al resto de los maniquíes.


Inducción a la literatura fantástica

Cuando Todorov publicó su novela Introducción a la literatura fantástica, el mundo de las letras colapsó. Tanto fue su impacto que escritores de todo el mundo comenzaron a suicidarse. Otros, los más listos, sólo cambiaron de género literario. Los intelectuales, por su parte, comparaban el suceso con lo ocurrido, anteriormente, a partir de la Teoría del Joven Wherter. Sin embargo, manifestaban que les parecía absurdo, pues ningún escritor respetable debía confundir la ficción con la teoría literaria.


Fenómeno

Allá por el año 1926 un circo itinerante del continente americano tenía como principal atracción a un viejo poeta sordomudo. Esa ocasión, arribaron a un pequeño pueblo de la región sureste donde se instalaron de inmediato. Al día siguiente comenzó la propaganda y esa misma noche se agotaron las entradas para presenciar el espectáculo, pues se rumoraba que el viejo tenía la capacidad de materializar las palabras.
            Así, con el fin de incrementar el morbo de los espectadores, su número se programó para el final de la función. Llegó su turno y la carpa se derramaba de gente. El maestro de ceremonias lo presentó con bombo y platillo, las luces lo alumbraban como un dedo luminoso (como el de Dios) y un silencio solemne invadió el lugar. Entonces comenzó a escribir.
            De pronto, a la tierra se le abrió el hocico y se enraizó de huesos. El poeta, al levantar la mirada encontró el lugar vacío. Enfadado por no haber presenciado una ovación, tomó su libretilla con toda la indignación del mundo y caminó, con la frente en alto, hacia atrás del escenario.


El casi cuento

La habitación está casi vacía, sólo hay en escena un hombre viejo sentado frente a un escritorio con un montón de libros encima. Arriba de aquel hombre se halla una ventana entreabierta, por ese espacio pasa la luz de la luna y ésta apenas ilumina la mano del viejo. La mano casi en automático comienza a escribir.
―Buenas noches. Profiere una voz muy tenue dentro de la habitación.
―¿Quién es? Pregunta el viejo sin despegar la vista del papel. [Está tan acostumbrado a mis interrupciones que no le da importancia al saludo. Nadie contesta a su pregunta y me veo forzado a reformularla].
―¿Eres tú, verdad? El aire empuña los dedos y abre la ventana de un golpe, ésta choca una y otra vez arrítmicamente.
―Nunca más. Una voz replica casi murmurando y el viejo suelta el bolígrafo incrédulo, voltea para todos lados.  [Posa sus ojos en la ventana y espera hallar un pájaro o algo parecido].
―¡Qué original, eso ya lo escribieron! Declara burlonamente. [Me río de su perspicacia mientras lo obligo a preguntar de nuevo].
−¡¿Quién eres?! Su vieja voz se entrecorta de puro coraje. ―Ya no aguanto tus interrupciones, ¡déjame escribir!
―¡Nunca más! La voz arrecia y el papel que está sobre el escritorio cae al suelo, muy lejos de él. [La situación también me intriga].
―¡Oh que la chingada, déjame terminar!─ Grita con suma desesperación.
―¡Nunca más! [No sé de dónde proviene, ni entiendo la insistencia de esa respuesta]. Enseguida, de entre las sombras se estira una mano y recoge el cuento. La luz se calla y la ventana deja de golpetear.
―¡Déjame escribir, cabrón!
Nunca más, el lugar está casi vacío, sólo hay en escena un hombre viejo sentado frente a un escritorio con un montón de libros…


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