Fabiola Morales Gasca es titulada del ITP en Informática
y egresada de la Maestría de computación en la FCC de la BUAP. Ha aprendido el oficio de Escritura en la Casa
del Escritor y en la SOGEM, donde terminó el Diplomado en creación Literaria.
Es autora
de Para
tardes de Lluvia y de Nostalgia (2014)
y Crónicas sobre Mar, Tierra y
Aire (2016) editado por la BUAP. Seleccionada en diversas antologías de México,
España y Paraguay. Es una lectora voraz y escritora incansable.
Games
Las jugadas de los dioses coincidieron en esa calle. Tú cruzaste y yo te
contemplé desde la silla de este triste café. Venias hacia mí sonriendo, cuando
pasó el veloz auto. Sólo una estela dorada quedó de aquel breve amor, los dioses
no jugaron bien sus cartas.
Poesía
Su espíritu sensible no soportó la
realidad, por eso se colocó alrededor
del cuello una cuerda de palabras. Se
buscó la trabe más ancha de la casa y arrastro hasta ahí la vieja mesa, luego
se subió a ella, amarró la cuerda y decidido se dejó caer. Empezó a asfixiarse
y algunos versos empezaron a brotar. La respiración le falló, los ojos le
saltaban y el cuerpo se empezaba a sacudir; de la fuerte cuerda cayeron algunas
palabras y él se fragmentó en una decena de poemas para nunca más morir.
Reflejos
Se observa a sí mismo a través del espejo. Ese, el
de enfrente, más joven, imperfecto, loco y menos neurótico, sonríe sin malicia.
Las contrariedades de la vida no le han afectado aún. Ese otro no conoce
teorías sobre limitaciones y mucho menos las ha experimentado. El otro,
reflejándose a un lado es más viejo, lobo de mar experimentado en decepciones,
contempla con cierta envidia la piel joven que se desgastará. Amargado,
resentido y más neurótico, sabe a
ciencia cierta que el futuro no sonreirá al mancebo. El lobo acerca su boca al
oído del joven y susurra palabras imperceptibles sobre las carencias cercanas.
Uno pregunta y otro responde. Yo, observo a los dos contemplándose con vanidad
en el espejo. Ninguno de los dos puede verme. La muerte nunca se refleja, sólo
me presienten. Les sonrío de forma
voraz, sarcástica, el futuro, no hay futuro, no hay nada; ambos tienen una
eternidad en la oscuridad.
Puzzle
Te sientes abatida y sobre el sofá dejas
caer tu decrepito cuerpo. Intentas respirar pero no puedes. Tu última hija ayer
se ha casado y tú marido hoy deja la casa, te mostró el boleto de avión y ya ha
pedido el taxi que lo llevará al aeropuerto. Sabes que es nulo lo que ahora
hagas. La vida se cae en pedazos, no puedes hacer nada para reconstruirla. Ahora
él con maleta en puerta también es un
puzzle para armar. Te llenas de furia, quieres acabar con todo; cortas la
realidad hasta no queda nada por reconstruir. Una nerviosa voz te dice que te
apures a limpiar la sangre y colocar su cercenado cuerpo en la maleta antes de
que se la lleve el taxi.
Papiroflexia
Envuelvo con sumo cuidado los amaneceres
naranjas, el violeta de los atardeceres. Envuelvo las sonrisas y la impresión
de las calles llenas de bicicletas. Empaqueto los olores, las rabietas, las
cosquillas. Doy forma caprichosa al
papel de los fugaces momentos. Hago avión a todos los besos, y los dorados abrazos. Doblo los orgasmos y
anticipo las emociones desbordadas a papeles rojos o verdes. Guardo todo. Al
final sé que desenvolveré cada cosa; por si acaso la muerte me llega, por si
acaso la vida no me basta. Atrapo cada
instante, la papiroflexia no es fácil.
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