jueves, 9 de junio de 2016

Fabiola Morales Gasca



Fabiola Morales Gasca es titulada del ITP en Informática y egresada de la Maestría de computación en la FCC de la BUAP.  Ha aprendido el oficio de Escritura en la Casa del Escritor y en la SOGEM, donde terminó el Diplomado en creación Literaria. Es autora de  Para tardes de Lluvia y de Nostalgia (2014)  y Crónicas sobre Mar, Tierra y Aire (2016) editado por la BUAP.  Seleccionada en diversas antologías de México, España y Paraguay. Es una lectora voraz y escritora incansable.



Games

Las jugadas de los dioses coincidieron en esa calle. Tú cruzaste y yo te contemplé desde la silla de este triste café. Venias hacia mí sonriendo, cuando pasó el veloz auto. Sólo una estela dorada quedó de aquel breve amor, los dioses no jugaron bien sus cartas.


Poesía

Su espíritu sensible no soportó la realidad, por eso se  colocó alrededor del cuello una cuerda de  palabras. Se buscó la trabe más ancha de la casa y arrastro hasta ahí la vieja mesa, luego se subió a ella, amarró la cuerda y decidido se dejó caer. Empezó a asfixiarse y algunos versos empezaron a brotar. La respiración le falló, los ojos le saltaban y el cuerpo se empezaba a sacudir; de la fuerte cuerda cayeron algunas palabras y él se fragmentó en una decena de poemas para nunca más morir.


Reflejos

Se observa a sí mismo a través del espejo. Ese, el de enfrente, más joven, imperfecto, loco y menos neurótico, sonríe sin malicia. Las contrariedades de la vida no le han afectado aún. Ese otro no conoce teorías sobre limitaciones y mucho menos las ha experimentado. El otro, reflejándose a un lado es más viejo, lobo de mar experimentado en decepciones, contempla con cierta envidia la piel joven que se desgastará. Amargado, resentido y más neurótico,  sabe a ciencia cierta que el futuro no sonreirá al mancebo. El lobo acerca su boca al oído del joven y susurra palabras imperceptibles sobre las carencias cercanas. Uno pregunta y otro responde. Yo, observo a los dos contemplándose con vanidad en el espejo. Ninguno de los dos puede verme. La muerte nunca se refleja, sólo me presienten.  Les sonrío de forma voraz, sarcástica, el futuro, no hay futuro, no hay nada; ambos tienen una eternidad en la oscuridad.


Puzzle

Te sientes abatida y sobre el sofá dejas caer tu decrepito cuerpo. Intentas respirar pero no puedes. Tu última hija ayer se ha casado y tú marido hoy deja la casa, te mostró el boleto de avión y ya ha pedido el taxi que lo llevará al aeropuerto. Sabes que es nulo lo que ahora hagas. La vida se cae en pedazos, no puedes hacer nada para reconstruirla. Ahora él con  maleta en puerta también es un puzzle para armar. Te llenas de furia, quieres acabar con todo; cortas la realidad hasta no queda nada por reconstruir. Una nerviosa voz te dice que te apures a limpiar la sangre y colocar su cercenado cuerpo en la maleta antes de que se la lleve el taxi.


Papiroflexia

Envuelvo con sumo cuidado los amaneceres naranjas, el violeta de los atardeceres. Envuelvo las sonrisas y la impresión de las calles llenas de bicicletas. Empaqueto los olores, las rabietas, las cosquillas.  Doy forma caprichosa al papel de los fugaces momentos. Hago avión a todos los besos, y los  dorados abrazos. Doblo los orgasmos y anticipo las emociones desbordadas a papeles rojos o verdes. Guardo todo. Al final sé que desenvolveré cada cosa; por si acaso la muerte me llega, por si acaso la vida no me basta.  Atrapo cada instante, la papiroflexia no es fácil.

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