lunes, 9 de enero de 2012

Jorge Villarruel


Jorge Villarruel, Ciudad de México. Ha publicado sus textos en El Bhúho, Embogazine, Narrativas, Expreso de Sonora y Rojo Siena. Forma parte de la Antología mexicana del  zombie y Homenaje a Lovecraft, de El Under Ediciones.


Perdida

Sigo frente a la ventana, sucia de moscas, cerrada, sin aire en la habitación, mirando el camino que va lejos de aquí, por donde Jordán se fue hace varios meses, con un rifle de caza, a luchar por las tierras.
Llevo dos horas de este día sentada frente a la ventana sucia de moscas. Ayer estuve veinticuatro horas continuas sin moverme, un día antes también. Siete días enteros así, espe­rando a que venga Jordán o la muerte.
Llevo todo este tiempo sin parpadear, sin comer, sin ori­nar, sin beber y sin moverme, mirando por la ventana sucia de moscas, esperando que alguien venga de regreso por ese camino que sólo va y no viene nunca, y que se pierde lejos de acá..
Así llevo desde hace no sé cuántos días, mirando por la ventana sucia, llena de moscas, con los ojos bien agarrados al camino, esperando que algo pase, que sobrevenga Jordán o la Muerte y yo pueda proseguir mi existencia. Y ya empiezo a cansarme. Y me he sentido cansada desde hace no sé cuántos días, no sé cuántas tardes, no sé cuántas noches, desde que recibí el telegrama ése: “Señora Clotilde Arriaga de Caire. Nuestro más sentido pésame al notificarle la muerte de Jordán Caire”.


El gato en la bolsa

Un hombre vagabundea con una bolsa de plástico. En la bolsa, un gato. El hombre golpea la bolsa con un palo. El gato chilla. El hombre tiene razón: su mujer amaba más al gato.


Plumas

Caminaba sobre Reforma. Eran cerca de las tres de la madru­gada y ningún taxi se atrevió a detenerse. Hacía frío, pero me pareció agradable cruzar hasta el camellón central y caminar bajo los árboles que parecían más despiertos a esas horas.
A unos metros de mí, bajo la pálida iluminación pública, algo se movió. Me acerqué a inspeccionar. ¿Qué será? Tenía la forma de un hombre, pero cubierto de plumas negras y grises. ¿Un hombre alado, emplumado?
Di una palmada para llamar la atención de la criatura, si criatura era (se movía; debía estar vivo), y miles de pájaros emprendieron el vuelo; ante mí sólo quedaba el cadáver putre­facto de una persona.


De sacrificios

Detesto a los mayas. Su religión era una blasfemia cruel y malvada. Sacrificios humanos y derramamientos de sangre. Los dioses mayas eran malignos, exigían sacrificios una y otra vez. Por eso me gusta ser cristiano. Un sacrificio humano bastó para tener contento de por vida a nuestro dios.


André Bretón

Lo encontré en la calle, en uno de sus vagabundeos. Me atrajo su mirada como perdida y encontrada de una sola vez. Se hallaba de pie, frente a una puerta, en un movimiento interrumpido, casi veía la energía motriz disiparse sobre su traje negro.
—Hola —dije.
—¿Cómo te va? —respondió.
—Soy Jorge y un día haré un cuento de esto.
—Yo lo estoy haciendo ahora mismo.
Luego de una breve despedida, seguí mi camino, y él, el suyo, inmóvil y lleno de hermosa violencia.

Sitio web: Random serenity

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece que muestra aquí dos caras, la que anda entre lo sombrío, percibe y gusta de lo sombrío, sin serlo; y la otra que pretende verle algo especial a lo que es ordinario.

Mi favorito, "Plumas".

Jorge Jaramillo Villarruel dijo...

Hola. Soy Jorge Jaramillo Villarruel, el autor al que esta entrada está dedicada. Agradezco mi inclusión, mira que estar en la misma columna que Arreola, Monterroso y René Avilés es para mí motivo de orgullo y enorme satisfacción.

Saludos. Y felices letras.