miércoles, 20 de mayo de 2020

Ome Galindo



Ome Galindo (Guadalajara, Jalisco, 1986) es doctorante en Humanidades en la Universidad de Guadalajara, alma mater donde cursó la licenciatura en Letras Hispánicas, y donde trabaja como docente de Lengua y Literatura.
Estudió la maestría en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Guanajuato. Durante su maestría, fue miembro fundador de la Cátedra José Revueltas de Filosofía y Literatura de la Universidad de Guanajuato. Además fue invitado en dos ocasiones a realizar una Estancia de Investigación en Argentina, así como ponente y conferencista en distintos puntos de Latinoamérica.
Su obra ensayística —a nombre de Miguel Ángel Galindo Núñez— se puede encontrar en la revista argentina Realidades y Ficciones; así como en Memorias de R’lyeh (2015), Premio fil de Literatura en Lenguas Romances (2017), y en distintas memorias de congresos, siempre en torno a su especialidad: la literatura fantástica.
En cuanto a su narrativa: ganó del concurso de Radiocuento “La colmena” en Guanajuato (2014), y fue seleccionada para pertenecer a Mar de voces. Antología literaria de docentes del sems (2017), también forma parte de la revista en línea Minificción (2019), ganó el tercer premio “Categoría D” del 18º Certamen Literario Nacional Leopoldo Lugones (2019), participó en el número III de la revista El Camaleón (2020), así como algunas publicaciones pendientes en diversas antologías.
Además de sus labores académicas y narrativas, es locutor y Jefe de Edición del podcast cultural y literario Las 9 noches, así como fue docente y creador del grupo de teatro de sombras Umbra-Fénix y promotor cultural como parte activa del Programa Nacional de Salas de Lectura.



Espectáculo[1]

Cerca de la penumbra, a eso de las 5:00 de la tarde, en la esquina de Lerma y Reforma, un niño tragafuegos lanza bocanadas de gasolina en llamas por encima de los automóviles que, expectantes, buscan el cambio de luz del semáforo.
El pequeño hace una reverencia y se acerca a la ventanilla de un Buick 2002 color plata. La conductora estira la mano y le da la enorme cantidad de tres grammas. El niño entonces abre su pico para agradecer. Sus ojos de amatista refulgen como gárgolas mojadas por el rocío. El pelambre del niño se abrillanta en tonos neón, propios de una especie completamente distinta a la suya.
La mujer sonríe y comprende que el espectáculo no sucede para todos, y que el verdadero acto quedará grabado en su memoria.
[1] Ganador del Tercer premio en el 18° Certamen Literario Nacional “Leopoldo Lugones” 2019 en el Género Cuento Breve, Categoría “D”. 


Clínica Pérez de cuidado dental [2]

Le gustaba rozar sus senos en los hombros de sus pacientes. Disfrutaba ver los ojos avispados y llenos de una imaginación malsana que trataban de meterse por el pequeño escote de su bata azul. Ella fingía que no se daba cuenta y, al entrelazar miradas, sonreía tras su cubrebocas. Luego —sádicamente— inyectaba la anestesia en las encías.
—Va a ver que su mordida mejorará mucho cuando le saque la muela. Bueno, esta vez viene bastante mejor que la primera. ¿Se acuerda?
Otro pinchazo de dolor atraviesa la boca del paciente y comienza a notar cómo la nariz se le entumece.
—No se preocupe, ni va a sentir cuando no esté ahí.
Toma sus pinzas y empieza a tironear del diente. Aunque el nervio está dormido, el sujeto sabe que algo está pasando, y de golpe una sensación de vacío inunda la mordida del paciente. Cuando el hombre mira, nota las gotas de sangre que manchan el cubrebocas y la batita de la dentista, él se desvanece en medio del dolor que la cantidad de anestesia no logró solventar, tiempo suficiente para que el Hada de los Dientes coloque en su jarrón de buenos deseos la muela picada.
Cuando el paciente se va, ella mira los $900 y el frasco. Si seguía así, podría llegar a fin de mes sin problemas.
2 Cuento seleccionado para la revista en línea Minificción. Disponible en minificción.com



Después de la décimo octava noche, Schehrazada se estaba quedando sin ideas. Fue el negro eunuco y su lengua quienes inspiraron a la concubina para iniciar el ciclo de las tres manzanas y el negro Rihán.
El rey Schahriar resultó complacido con las nuevas habilidades verbales y amatorias de Schehrazada, así que le fue siguiendo el juego por otros tres largos años.
Extranjeros, chinos, marroquíes, de todo tuvo que conocer la narradora. Así, se convirtió en una gran conocedora de secretos —tántricos y literarios— volviéndose la joya más preciosa de todo el Sassan.


Clasificación Dewey

La Biblioteca de Babel es más compleja de lo que imaginó Borges. El estatuto establece una regla: la existencia de dos o más ejemplares del mismo título. El caos va más allá de la forma; pues en el fondo es complejo también. Libros como La filosofía de la historia deben estar etiquetados como 109 y 901, en un palíndromo clasificatorio que confunda a los ya de por sí desesperanzados bibliotecarios.


Metamorfosis

Ese día, Pancho Sanza se despertó de un sueño intranquilo convertido en un horrible rucio.

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