Victoria García Jolly
es nativa de la Ciudad de México —¡como cinco generaciones de su familia!—. Entre
sus muchas pasiones están el arte, la música, las libretas, las plumas fuente y
su marido†. Desde muy chica se descubrió enamorada de los libros, creció entre
ellos, aprendió a hacerlos y ha ganado alrededor de unos 10 premios por ello —ya
no se acuerda bien—. Es una diseñadora editorial que diseña poco, dirige mucho
y trabaja todavía más en Algarabía,
que fundó en 2001 junto con María del Pilar Montes de Oca Sicilia. Además de
fungir como directora de arte, escribe ensayo corto sobre sus pasiones, aprovechando
los sesudos estudios que realizó de apreciación musical, museografía y museología
e Historia del Arte Universal.
Ha
publicado dos libros bobos: ¡Cuidado!
Café cargado (2010) y ¡Mmm! Chocolate
sin culpa (2015), y uno más, algo nada bobo: El libro de las letras. De la
a a la z y no es diccionario (2011), para lo cual leyó montones de diccionarios y libros de filología.
Finalmente, como no sabe estarse quieta, juntó todos sus textos serios sobre
artes plásticas en Para amar al arte (2016),
y lo publicó en coedición con la UAM Xochimilco.
Su
dificultad para leer la superó cuando usó el primer par de anteojos y descubrió
el cuento y la poesía: el humor de Jardiel Poncela, el amor a la vida de
Whitman y el amor, amor en Neruda. Pronto se dedicó a la escritura de su propia
ficción, pero mantuvo esta actividad guardada y sin pulir en montones de
libretas dentro de un cajón dentro de un clóset. No se puede precisar qué la
incitó ni cómo ni cuándo inició su «salida» y se animó a divulgar sus cuentos.
Tal vez fue impulsada por sus maestros de cuento y literatura, Ricardo Chávez
Castañeda y René Avilés Fabila, quien le escribió esto en un correo no hace
mucho: «Ah, tu cuento es muy bueno, serás una feliz madre de un libro de
minificciones. Bienvenida al mundo literario, ya triunfaste en el diseño y en
el ensayo breve, ahora a lo que sigue en tu brillante carrera». Es con la
Universidad Autónoma de Aguascalientes que espera publicar dicho libro.
Sobre sirenas
Las
sirenas pueden ser bondadosas o perversas. No importa si tienen cuerpos de
gallina o colas de pez, todas viven frustradas al no tener vagina. Viven
permanentemente tristes e impenetradas a pesar de su rara belleza. Su canto es
una suerte de lamento para despertar la ternura, la admiración o el deseo de
los hombres. La dulzura que emana de sus voces demanda piedad y amor. Pero,
tarde o temprano, todo concluye en tragedia: sea con la muerte de los marineros
o con su eterna virginidad a cuestas. ¿Alguien las ha escuchado reír?
Variaciones sobre un tema trillado
Diario
le digo que lo amo, y de nada sirve porque es sordo.
Diario
le digo que lo amo, y él, lacónico, me da las gracias.
Diario
le digo que lo amo y él, entusiasmado y agradecido, mueve la cola.
Diario
le digo que lo amo, no importa que no responda. Luego salgo corriendo del
cementerio para llegar temprano al trabajo.
Diario
le digo que lo amo, excepto sábados y domingos. Sólo somos novios entre semana.
Diario
le digo que lo amo, diario le digo que lo amo. Padezco ecolalia, padezco
ecolalia.
Desde hoy creo en los fantasmas.
A
partir de esta noche cambiaré mi forma de despedirme antes de ir a la cama, no
más hasta mañana. Te diré solícita y seductora: ven a jalarme los pies, te
estoy esperando, amor.
Muerto de calor
El
calor infernal de aquel lugar provocó que el hombre, desesperado, se arrancara
saco, camisa y, de inmediato, la piel.
La primera carta
—¡¿Qué haces?! ¡¿Te has vuelto loca?!
—No sé por qué te sorprende que amenace con disparar
ahora y no hasta mañana, si en esta carta, que muy amablemente me dejaste en el
escritorio, ya anticipabas que lo haría. Cuando la encontré tempranito hacía
frío y me senté, emocionada, a leerla mientras bebía el primer café del día.
Recogí mis piernas sobre el sofá y me hice borujo para no sentir el dolor que
los pies helados infringían a mi cuerpo completo. Todo era silencio y penumbra,
ansiedad de leer la primera carta que de tu puño me hacías llegar. Ilusionada y
sonriente, leí:
«Hay
buenas noticias, amor, que significan mucho trabajo, las malditas me quitan de
la mente las imágenes fantasiosas de ti y de mí caminando como un par de bobos
por la calle tomados de la mano, me borran la imagen erótica, aquella que se
fijó en tu mente y en la mía en nuestros primeros días de relación: mis labios
sobre tu vagina como si fuera otra boca, labios más carnosos, sensuales,
humedecidos por el placer del amor. Besarte, joderte, lamerte, fue algo
celestial. Esta escena vuelve a mí una y otra vez y me estremece, me hace
pensar en tu respuesta, es la misma fotografía, pero desde otro ángulo: “Mi
orgasmo en tu boca, tu cabeza entre mis piernas, tu mirada por encima de mi
pubis se posa en mis ojos como preguntando si estoy complacida. No sé si ellos
te lo dijeron: absolutamente. Tu media cara se veía joven y luminosa. Te
adoré.”
«Me
pregunto entonces, ¿cómo haremos el amor mañana? ¿Qué me pondré para
gustarte? Prefiero verme seductor. ¿Cómo carajo logro eso? ¿Qué parte de tu
cuerpo deseo besar primero? ¿Cuál tocarás tú? ¿Me morderás los labios? ¿Meteré
mi nariz en tu pelo? ¿Qué loción mía te enciende? ¿Qué mirada es la que te
derrite? Nada puedo planear, nada me puedo imaginar, me encomiendo a la
espontaneidad del amor que está en suspenso, del sexo que está en latencia, de
mis ganas perennes de entrar a tu boca y acariciarla, de penetrar tu piel, de arrancarte
un gemido largo y otro feliz, partirte en dos la mirada mientras me hablas de
amor y tus aventuras tontas.
«Tal vez deba
llevar mi libro de hechizos mágicos, y tú los polvos de bruja que guardas en la
despensa. Llevaré un frasco de toloache para derramar en tu vientre de donde
beberé amor. En una de ésas llevo también pastelitos de miel y galletas de
melaza en lugar de palabritas rosas para seducir tus oídos, para encontrar unos
“te amo” novedosos como nunca los has escuchado, como nunca los he dicho.
Cerraré los ojos para sentir tus respuestas y trazar en el aire las maneras en
que tus manos me acariciarán, callaré para atender el sonido que produzca tu
piel sobre la mía, tus pensamientos en los míos, tu amor en el mío, mi sexo en
el tuyo.
«Al final
abrirás los ojos lentamente para buscar los míos, tal vez en silencio te
cantes, como sueles hacerlo, una hermosa y apasionada aria, esa que dice: “Io son l’amore, io son l’amore”.
«Me pregunto
entonces cómo hacer para llevar a Miriam, sí, a esa amiga mía que te parece
admirable por el valor que tuvo de amar a un hombre más allá de la vida y más
allá de la muerte. Cómo haré para que aceptes complacida que, en lugar de tus
labios, sean los suyos los que bese, para que mis manos penetren su piel y no
la tuya, para que, húmeda, nos contemples y participes sin pensar que Miriam no
eres tú, sin sentir el arrebato de los celos cuando mi cuerpo quede sobre el
suyo y apenas mi mano sobre tu pecho. ¿Cómo hacer para despertar uno solo de
tus instintos, el vital? ¿Cómo apaciguar tu furia?
«Sé que te has
declarado incapaz de compartirme, que me has amenazado al igual que me has
amado. ¿Aceptarás a Miriam? En el fondo lo que me pregunto es si todavía tienes
cargada el arma que guardas en el buró; mi mayor preocupación no es que
dispares, ciega de celos, contra el hermoso y suave cuerpo de Miriam, sino que
falles y sea el mío el que quede ahí, gozoso y sin vida.
Tuyo, Raúl.»
Blog: Art-itix
No hay comentarios:
Publicar un comentario