sábado, 1 de octubre de 2011

Dina Grijalva Monteverde


Dina Grijalva Monteverde nació en Ciudad Obregón, Sonora hace ya varios febreros.  En tiempos recientes ha adoptado por voluntad propia una nueva ciudadanía: fue aprobada su solicitud y es actualmente  ciudadana de ficticia. Conoció de la minificción en los cursos de Lauro Zavala en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en el primer año de este milenio. So pretexto de su tesis de doctorado viajó a Buenos Aires el 2008 y durante esa estancia, en el jardín de la casa de Belgrano de Luisa Valenzuela,  nació como minificcionista.
Desde entonces Dina Grijalva se ha vuelto una hacedora y promotora de ese maravilloso género de la brevedad. Ha impartido e imparte talleres de minicuento y sus mejores alumnos publican en Timonel, una revista sinaloense promotora del cuento pigmeo.  Cultiva un bonsái y sueña con un minicooper. Es catedrática en la Escuela de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
En los próximos meses (así lo han jurado sus dos editoras) aparecerán dos libros de minicuentos de Dina: Goza la gula  y Las dos caras de la luna.



Instrucciones para escribir un cuento virtual

Título: Viviendo en Virtualandia

El espacio es el ciberespacio (faltaba más)

El personaje protagónico es el cibernauta

El personaje oponente es el internauta

Las acciones son: chatear, mensajear, guglear, clikear, sembrar en la granja (virtual, of course).

Climax: los personajes  hacen el amor digitalmente.

Desenlace: un irreversible daño del software los separa para siempre.


David

De día lo contemplaba entre los miles de visitantes de la Academia. Por las tardes se escondía detrás de alguna de las innumerables estatuas del piso superior y en la oscuridad bajaba anhelante hasta estar cerca de David.
            Le acercaba un pequeño caracol del mar de coral, una gota del perfume de su pubis, una moneda de espuma o acaso un espejo invisible. Susurraba pétalos de vida y acercaba los latidos de su corazón al níveo, sedoso y firme pecho de su amado.
Una noche, apenas rozó con sus labios el hombro de su adorado, él olvidó siglos de mármol, descendió del pedestal y sus rizos parecieron movidos por un aliento de ángel. Se amaron con pasión de amantes primigenios.
            Por la mañana, el vigilante dijo: qué extraño: hoy David sonríe.


¿Usted qué prefiere?

Mi amiga porteña hacedora de microrrelatos me dijo al pasar por la avenida  9 de julio: esa es la calle más ancha del mundo. Yo pensé: en México tenemos la más larga. Me pregunto: ¿qué será mejor: más ancha o  más larga?


Las yemas de sus dedos

Me invitó a su sala privada;  el calor de sus palabras recorrió mi cuerpo. Las yemas de sus dedos me llevaron con frenesí a la embriaguez del deleite: de mi interior brotó la fuente que me inundó toda y surgieron en mí voluptuosidades insospechadas. Alcanzamos el éxtasis al unísono. Nos despedimos todavía temblorosos de placer. Olvidamos intercambiar nuestros mails. Ahora navego en el ciberespacio sin lograr encontrarlo. 


Fantasía feliz

El placer era tanto y tan intenso que exclamé: es como vivir un sueño y desperté.



Contacto: dina_grijalva@hotmail.com

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es un humor dulce y sutil el de Dina. Humor de cultivadora de bonsai. "Goza la gula", así nada más se abre el apetito. Saludos.

Laura Nicastro dijo...

¡Felicitaciones, Dina! Siempre sorprendiéndonos con tu humor. Abrazos desde Buenos Aires

Anónimo dijo...

Me encantaron estas minis, todas; de manera muy especial las instrucciones y la yema de sus dedos, me parece excelente incluir nuestra realidad virtual y con ese humor tan fino.

Alfonso Pedraza dijo...

Dina, paisana de ficticia, un gusto conocerte.
Gozaremos la gula contigo.
Saludos

PABLO MÉNDEZ dijo...

¡EXCELENTES MINIS!ES UN PLACER LEER UNA ESCRITURA CON HUMOR Y QUE MUEVE A LA RISA, SIN SER SIMPLE.