miércoles, 17 de junio de 2020

Samantha Vaquero




Samantha Vaquero (Puebla, México) es profesora en formación docente. Ha asistido a talleres de cuento, escritura y psicoanálisis. Mediadora de lectura del programa Salas de Lectura. Sus minificciones han sido publicadas en antologías como: Vamos al circo. Ficción Hispanoamericana (2016), Cortocircuito. Fusiones en la minificción (2017) y Resonancias (2019).  Twitter @SamVaquero  



Curriculum Vitae

Mariana es como esas muñecas rubias de los comerciales de televisión, con su cabellera impecable, ojos verdes y con el cuerpo que muchas aspiramos tener cuando jugamos a las Barbies.
Ella es el prototipo de mujer que tiene todas las cualidades para ser una excelente esposa, madre, amiga, compañera. Sabía cocinar, combinaba los alimentos de forma saludable así como su vestuario por temporada y paleta de colores.
Cumplidos los 40 años, Mariana cuestionaba su curriculum perfecto, estaba sobre calificada. Seguía esperando al hombre indicado.


Decimotercer aniversario

Para celebrar el decimotercer aniversario, vacié en el decantador el merlot. Hablamos del clima, de los niños y los pagos pendientes. Le dije sobre las clases del taller de escritura y de mi angustia por los cuentos inconclusos.
Él me miró y me dijo sin titubear ¡tú no sabes escribir finales!
Él tenía razón.
Le di un sorbo a mi copa.
Sigo aquí.


Ojos tristes

Mi abuela fue la mujer más triste que he conocido. Siendo una adolescente se fugó una noche de octubre con un hombre de ojos grandes, tez clara y voz profunda. Se enamoró, pero él era de los hombres que se alejan pero nunca se van.
Lo amó tanto que nunca pudo dejarlo, así que con el desamor, el ir y venir de aquel hombre, vivió con la tristeza en sus ojos.


La séptima hija

Mi abuela Etelvina fue una mujer de caderas anchas que parió siete hijos, hasta que envió a su esposo a vivir a la pieza del fondo. A los siete hijos casó por la iglesia, hubo siete fiestas y siete bendiciones frente a la imagen de la virgen.
Dolores la séptima hija, se casó vestida de blanco en la capilla del pueblo, pero siete meses después regresó a la casa materna con tristeza en sus ojos y un bebé en la panza.
Con vergüenza ella le guardaba respeto y fidelidad absoluta a la abuela Etelvina, caminaba junto a ella sirviendo el café y levantando la mesa como moza en restaurante.
Años después la abuela Etelvina le dijo: “Debiste casarte con el carnicero viudo, aunque feo y gordo, ahora tu hija sería dueña de la carnicería”. Dolores guardo silencio y respondió: “Me casé con el sastre porque usted me dijo que él era un hombre guapo y que tendría hijos de ojos verdes, como los de él”.


Prioridades

Ella le dio un ultimátum por quinta vez: tenía que irse de la casa. Él saco un revólver de la caja fuerte. “Me voy a matar”, dijo. Ella lo miró y respondió: “No hay leche, voy al supermercado”.


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