miércoles, 5 de diciembre de 2018

Crista Aun



Crista Aun (Culiacán, Sinaloa. 1971). Lic. en Educación con Especialización en Administración y Gestión Educativa, egresada de la Universidad de Guadalajara. Lleva a cabo una preparación constante en creación literaria en escuelas como: SOGEM, Guadalajara. La Scuola Holden de Italia. El International Writing Program de la Universidad de Iowa. Plural Escuela y Taller literario Sin margen.
Ha publicado cuento y minificción en las revistas literarias: Por Escrito, La sirena varada, Penumbria, Caleidoscopio, e i-letrados. Su obra también aparece en diversas antologías de cuento.
Primer lugar Microcuento GDLee 2015. Mención especial en el I Premio de Ciencia Ficción Fahrenheit 2015. Primer lugar Encuentro de Minificción Raúl Aceves 2017. Finalista del II Certamen Nacional de Cuento Nada que fingir 2017. Tercer lugar de III Certamen Literario Internacional Pretextos por Escrito 2017. Finalista del II Concurso Internacional de Cuento Breve Todos somos migrantes 2017. Fue seleccionada en el Programa de Publicaciones 2018 del Instituto Sinaloense de Cultura, para la serie Ex Libris, en la categoría de cuento, con la obra “Madre en llamas”, una selección cuentos y minificciones.




Elíxir

Daba sorbos pequeños, los pasaba despacio, sin prisa… de igual forma moriría hoy.


Sensibilidad al tacto

Las vestiduras de terciopelo le resultaron placenteras al tacto, lo incómodo fue descubrirse dentro de un ataúd.


Voces en la intimidad

Recostada sobre la cama, abrió la bata delicadamente y con la mirada le sugirió acercarse. Él no titubeó ni un segundo, exploró sus pechos acariciándolos centímetro a centímetro. Ella se dejó recorrer cerrando sus ojos por pudor. En la oscuridad de su recato lo escuchó decir: Lamento confirmarlo, el cáncer se ha propagado.


Departamento de carnes frías

Cada palabra que salía de la boca de su mujer, era una rebanada menos a su virilidad.


Pasión que consume

Al principio fue sutil, le acarició el cabello entreverando los dedos en los rizos, le besó la frente, la cara, el cuello; se detuvo en el lóbulo de la oreja, lo saboreó con la punta de la lengua, después, un mordisco sutil. Poco a poco la delicadeza se transformó en éxtasis e impaciencia, la hizo suya hasta saciarse. Mas tarde, una vez recobrada la calma, guardó los restos en el congelador.

Twitter: @crista_aun

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