Daniel San Mateo (Ciudad de México). Autor de Luciérnagas en el
desierto (Bambú, 2012), Los Ángeles es una escena del crimen (IMC,
2012), Nunca más serás tan joven como ahora (GYRE, 2016). Antologado en Vamos
al circo, Minificción Hispanoamericana y Cortocircuito. Fusiones
en la minificción; ambas editadas en Ficción Express de la BUAP.
Composición compuesta en
un santiamén
Un
hispanohablante pelirrojo y cejijunto, cabizbajo como bajamar de mediodía, mira
con catalejo un mapamundi, asimismo piensa un trabalenguas, casi un
mondadientes, contrapié de pasodoble y cascanueces, y los ordinales dieciséis,
diecisiete y dieciocho, hincapié en veinticuatro y veintiséis. Mete un ciento
de hojalata en el tragaperras, mas erra el portamonedas, se pone todo
cariacontecido, da un traspié, reza el avemaría, maniata el malhumor y, tal un
tentetieso, yergue la vertical con beneplácito. Ahora toma un micrófono y el
tocadiscos, lo gira como un tiovivo, mueve la cadera con vaivén de rompeolas,
torna al sacacorchos, hace selfi de portarretrato, astronauta barbilampiño
benefactor de buenaventura. Así el tejemaneje del hispanoamericano, un
saltamontes con alzacuello y porsiacaso, sabelotodo disparador de tirachinas,
nunca un cantamañanas, ni testaferro de tristezas, tampoco un buscavidas ni
caradura, ni siquiera un picapedrero, una coliflor o un ciempiés. Tampoco un
correveidile, un metomentodo, mucho menos un rabicorto. A veces es tragaldabas
y manirroto, en especial en Nochebuena, sobre todo con aguardiente, buscapiés y
matasuegras. Pero ya te otorga la sonrisa agridulce, un salvapantallas, y te tira
una nomeolvides. Tú sólo alcanzas a gritar: ¡en enhorabuena, cascarrabias, y
olé!
Metafísica del hot dog
El
mismo día en que Pedro Pérez Montelongo fue cesado de su trabajo de oficina,
decidió emprender un negocio.
Necesitaba algo fácil que hacer y
con respuesta inmediata de éxito.
Por tanto, abrió el zaguán de su
hogar, instaló una mesa con mantel limpio, acomodó la cátsup, mostaza y los
otros condimentos, y colgó en un lugar visible un gran letrero que leía: “Se
venden hot dogs”.
En eso estaba cuando un grupo de
personas, los de la Asamblea del Castellano Correcto, le reclamaron
airadamente:
—¡Pero qué descaro usar
extranjerismos! Debería escribir en nuestra lengua amada.
Pedro
consintió. Modificó el letrero: “Se venden perritos calientes”.
En eso estaba cuando otras personas
le increparon:
—El uso de diminutivos genera
jerarquías que perpetúan la subyugación al poder.
Pedro reescribió el letrero: “Se
venden perros calientes”.
En eso estaba cuando unas chicas
encapuchadas le amonestaron:
—¡No usa lenguaje inclusivo, abajo
la heteronormatividad!
Pedro corrigió: “Se venden perros y
perras calientes”.
En eso estaba cuando los del Comité
por la Decencia le sermonearon:
—¡Pero qué impresión ese letrero, es
un barrio decente!
Pedro cambió, muy a su pesar, esperanzado
de que los clientes entenderían: “Se venden”.
En eso estaba cuando los Comuneros
Marginales le regañaron:
—¡Muera el capitalismo imperialista!
Pedro modificó otra vez: “Se”
Salieron los ultras del acento y
atacaron el letrero con tildes diacríticas: “Sé”.
Y así entonces Pedro, el mismo día
en que cayó en el desempleo, pasó de golpe de incipiente empresario a filósofo
de calle. Moriría de hambre, sí, pero en la plenitud del ser.
Menú internacional
—Hijo,
¿cuál te gusta?
—No, papá, me da pena.
—¡Anda, no es para avergonzarse!
—Que no, papá, que no.
—¿Qué tal una suiza? ¿Te gusta la
suiza? ¿Una americana? ¿O qué tal una alemana? ¿Una Francesa? ¿Argentina? ¿Y
qué me dices de una española? ¿Ésas te gustan, las españolas? Seguro la
española.
El niño, sonrojado, mira al suelo.
—¡Bueno, una de jamón que no estamos
para aventuras! —dice el padre al tortero.
Feria del alfeñique
El
altar para los santos difuntos finalmente colocado.
El mantel con bordados hechos a mano
y los pétalos de cempaxúchitl regados como lluvia. El copal humeando su perfume
de tierra y de bosque.
Encima del papel picado y junto a
las velas encendidas, aquí y allá, las botellas de tequila, con sus caballitos
rebosados hasta el tope y un licorcito dulce para el digestivo posterior.
Los platillos principales en la
vajilla de gala: el mole con su ajonjolí y su arroz mexicano, las quesadillas
de flor, unos tamilitos, los frijolitos de olla, los chorizos verdes y rojos,
de pimentón picante, encacahuatados y aromáticos, algún caldo y otro guiso
hecho en casa con el sabor de mamá.
Y qué decir de los postres: los
flanes de vainilla, la calabaza en tacha, el tejocote en piloncillo, el
chicozapote con su brandy, las calaveritas de azúcar y chocolate, el dulce de
pepita, el camote en almíbar, las frutas cristalizadas, las barras de amaranto
y miel, el turrón, los muéganos, obleas, cocadas, el acitrón confitado y el
ate, la pulpa de tamarindo, la charamusca, los dulces de leche, el jamoncillo,
las gomitas aciduladas, las galletas de puerquito.
Tal el despliegue de abundancia
culinaria, que las almas retornantes al gran festín, olvidan, dicha suprema de
la incorporeidad, que la gota, la bebida y el tabaco, la diabetes y esas
arterias engrosadas de colesterol, fueron la causante obvia de su viaje al más
allá.
Final de partida
Un
científico disputa con un filósofo mientras juegan una partida de ajedrez.
—La filosofía es obsoleta —dice el
científico.
El filósofo niega con la cabeza
mientras mueve su alfil.
—Te daré un ejemplo de lo que digo
—agrega el científico—. Ustedes llevan más de cinco mil años preguntándose
cosas como la siguiente: si un árbol cae en un bosque sin que nadie pueda
oírlo, ¿hace ruido?
El filósofo asiente y mueve su
caballo.
—Ves que tengo razón —dice el
científico.
—Quizá —responde el filósofo—, pero
ustedes hallarán la respuesta si se trata del pino o del abeto, pero todavía
ignorarán la solución si resulta olmo, cedro, caoba, roble, arce, nogal,
abedul, castaño, sauce, fresno, secoya y así ad infinitum.
El científico se detiene al vuelo de
tomar una pieza, alza la mirada y responde:
—Se encontrarán para todos, el conjunto
de árboles es finito.
—Y aun así, queda la pregunta
crucial: ¿qué es un árbol? —dice el filósofo.
El científico observa el tablero. Su
rey está en jaque mate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario