Chris Morales (Ciudad de México). Es actor egresado del Instituto
Nacional de Bellas Artes. Ha desempeñado esta profesión desde 2005 en los
múltiples proyectos de la Compañía Artística Multidisciplinaria
JADEvolucion-arte A.C., que le brindó la oportunidad de llevar a escena varios
de sus textos dramáticos. En el año 2007 y 2016 dos de sus obras fueron
galardonadas con el premio “Víctor Hugo Rascón Banda” otorgado por la
Asociación de Periodistas Teatrales. Como escritor, egresado de la Universidad
Autónoma de la Ciudad de México (UACM), ha publicado en diversas revistas
electrónicas y colaborado en las antologías Teatro
de JADEvolucion-arte (2016), Mínimas
perdurables (2019), Coronavirus.
Antología de minificción. Literatura Contemporánea (2020), Brevirus (2020) y DiversidadES. Minificciones alternas (2020). Es coantólogo de la
Antología Pequeficciones. Piñata de
historias mínimas (2020).
Actualmente imparte talleres de teatro,
expresión corporal, cartonería, máscaras, títeres y de creación literaria de
géneros breves.
Contacto:
morachristian83@gmail.com
Por
amor
No podía dejar que mi padre sufriera
a causa de esa enfermedad crónica degenerativa. En realidad, todos le tememos
al dolor. Lo bueno que la muerte le llegó casi de manera instantánea. Ahora él
descansa y yo también, pues el día del atropello le quité las placas al auto.
Malas experiencias
Sé dónde me encuentro y lo que nos
espera. Pero no soy indiferente con los que desconocen la vida de allá afuera. Así
que encabezo la carrera, pero no por querer llegar primero a la meta sino para
alertar a los que desean fusionarse con la célula del infierno que les espera
al transformarse. Obviamente no me hacen caso y caen en la trampa del óvulo, ¡allá ellos! Yo me niego a reencarnar como humano.
Evocación
Hoy
estaba pintando la recamara de mis padres cuando me topé de frente con el
retrato de mis abuelos. Los miré fijamente a la cara: él sonriente, luciendo
pícaro bigote; ella seria, hasta podría decir que un poco triste. Regresé a mi
labor y terminé por pintar flores en la jardinera, gallinas en el tronco de un
árbol, vacas y caballos pastando, marranos comiendo en un chiquero y mazorcas
apiladas en la casa de provincia donde creció mi madre.
Sueño
libre
Varias noches no pude dormir: tuve
pesadillas. Soñé que te ibas para siempre con tu amante. Hoy, por fin se hizo
verídica la acción y me quedo en la soledad de una casa grande. Más vale la
certidumbre de una realidad, que un descanso perturbado.
Reflejos
Roberto lidiaba mucho con
la soledad. “En la vida solo te tienes a ti, aprovéchate”, repetía esa frase —dicha
por su psicólogo— procurando se le impregnara en lo profundo de su mente. Para
poder asimilarlo, se compró un espejo de cuerpo entero y lo llevaba a todos
lados con él. En el mercado, le preguntaba a su acompañante: “¿Llevamos
naranjas o manzanas?”. Cuando iba al bazar, compraba dos pares de ropa. Al
cocinar, le daba a probar a su inquilino para ver si ya estaba listo el
platillo. Al bañarse, uno a otro, se tallaban y enjuagaban sin sobrepasarse. El
respeto ante todo. Roberto, aunque varias veces tuvo ganas de tocar a su
reflejo por las noches, la idea de cometer una especie de incesto, lo frenaba.
Sin embargo, en una ocasión no pudo más. Vio tan hermoso, tan atractivo, tan
suculento al ser que lo miraba con igual deseo. Se besaron apasionadamente, se
tocaron, sintieron la piel erizada, que aumentó el placer. La fusión fue tal,
que el orgasmo ocasionó que los dos se hicieran añicos. El amor quedó
impregnado en los miles de trozos regados sobre la sabana.
Ahora, Roberto se
hace presente en otros espejos, como reflejo de alguien más, esperando deseen
su compañía y ser felices hasta que el orgasmo los separe.
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