Crista
Aun (Culiacán, Sinaloa. 1971). Lic.
en Educación con Especialización en Administración y Gestión Educativa,
egresada de la Universidad de Guadalajara. Lleva a cabo una preparación constante
en creación literaria en escuelas como: SOGEM, Guadalajara. La Scuola Holden de
Italia. El International Writing Program de la Universidad de Iowa. Plural
Escuela y Taller literario Sin margen.
Ha publicado cuento y minificción en las
revistas literarias: Por Escrito, La sirena varada, Penumbria, Caleidoscopio,
e i-letrados. Su obra también aparece
en diversas antologías de cuento.
Primer lugar Microcuento GDLee 2015.
Mención especial en el I Premio de Ciencia Ficción Fahrenheit 2015. Primer
lugar Encuentro de Minificción Raúl Aceves 2017. Finalista del II Certamen
Nacional de Cuento Nada que fingir 2017. Tercer lugar de III Certamen Literario
Internacional Pretextos por Escrito 2017. Finalista del II Concurso
Internacional de Cuento Breve Todos somos migrantes 2017. Fue seleccionada en
el Programa de Publicaciones 2018 del Instituto Sinaloense de Cultura, para la
serie Ex Libris, en la categoría de cuento, con la obra “Madre en llamas”, una
selección cuentos y minificciones.
Elíxir
Daba
sorbos pequeños, los pasaba despacio, sin prisa… de igual forma moriría hoy.
Sensibilidad al tacto
Las
vestiduras de terciopelo le resultaron placenteras al tacto, lo incómodo fue
descubrirse dentro de un ataúd.
Voces
en la intimidad
Recostada sobre la cama, abrió la bata
delicadamente y con la mirada le sugirió acercarse. Él no titubeó ni un
segundo, exploró sus pechos acariciándolos centímetro a centímetro. Ella se
dejó recorrer cerrando sus ojos por pudor. En la oscuridad de su recato lo
escuchó decir: Lamento confirmarlo, el cáncer se ha propagado.
Departamento de carnes
frías
Cada palabra que salía de la boca de su
mujer, era una rebanada menos a su virilidad.
Pasión que consume
Al principio fue sutil, le acarició el
cabello entreverando los dedos en los rizos, le besó la frente, la cara, el
cuello; se detuvo en el lóbulo de la oreja, lo saboreó con la punta de la
lengua, después, un mordisco sutil. Poco a poco la delicadeza se transformó en
éxtasis e impaciencia, la hizo suya hasta saciarse. Mas tarde, una vez
recobrada la calma, guardó los restos en el congelador.
Twitter: @crista_aun
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