Manuel Sauceverde es doctor en Economía
por la Universidad Nacional Autónoma de México y pertenece al Sistema Nacional
de Investigadores. Por un lado, ha publicado diversos artículos científicos en
revistas especializadas nacionales e internacionales. Ha obtenido el Premio
Internacional de Investigación “Emilio Fontela” (Universidad de Oviedo) y el
Premio Internacional de Documentos de Trabajo (Banco Central de Bolivia). Por
otro lado, su obra literaria aparece en diversas antologías y medios de
comunicación como La Otra, Bitácora de Vuelos, Ariadna, Narrativas, La Gualdra,
La Sirena Varada, Le Miau Noir y Goliardos. Ha obtenido varios premios de
narrativa, poesía y música, entre los que destacan los premios Quinta Jornada
de Literatura Breve “Tweet por viaje 5.0” (Secretaría de Cultura de la Ciudad
de México y Secretaría de Cultura Federal, 2018) y Cuento de Ciencia Ficción
“Año Internacional de la Física” (UNAM, 2005). Además, es miembro del ensamble
Didar, el cual divulga la Música Clásica Persa en México. Sus libros en imprenta:
Entre una estrella y dos golondrinas
(Poesía, Editorial Lectio) y Universos
perpendiculares y solitarios (Narrativa, Editorial Lectio).
Yūrei
Anoche
estabas tan borracho, mi señor Mishima, que te metiste en mi cama en vez de
regresar a tu sepulcro. Lo bueno es que hicimos el amor como dos tigres
endemoniados. Lo malo es que le diste un susto terrible a mi marido:
Yasunari-san murió antes de terminar su testamento…
Helsing
La sombra no existe; lo que tú llamas sombra es la luz que no ves.
Henri Barbusse
Me
irrita el zumbido que hacen los vampiros cuando vuelan o se aparean. Los
no-muertos son como zancudos, pero a diferencia de éstos, ya no sucumben con el
insecticida. De hecho, en los últimos años se han vuelto adictos a los
compuestos químicos para matar insectos. A veces están tan intoxicados que
olvidan ocultarse del sol: no es raro verlos quemarse en el aire después del
mediodía. Sin embargo, es muy difícil exterminarlos cuando infestan una casa.
En eso se parecen a las cucarachas.
Oeconomĭa
Pobres contra
pobres, como de costumbre: la pobreza
es una manta
demasiado corta, y cada cual tira para su lado.
Eduardo Galeano
Los
habitantes de aquel país jamás sospecharon que nunca construimos un solo muro
de contención: ellos mismos eran los ladrillos de un laberinto invisible y
mutable. Aunque desconocemos de dónde salió el minotauro, nosotros les vendimos
las armas para aniquilarlo. Así fue como salvamos a nuestra economía.
Siete días después
—No sea ingenuo coronel —dijo el médico—.
Ya nosotros estamos muy grandes para esperar al Mesías.
Gabriel García Márquez
El
Mesías revivió una hora luego que Lázaro, su primer resucitado, le mordiera la
garganta y se la arrancara. Como nos prometió en el monte Tabor, se levantó de
entre los muertos y con los muertos (aunque esto último no lo previno). Siete
días después, los olmos dieron peras en vez de sámaras, un camello pasó por el
ojo de una aguja y la selección nacional de fútbol clasificó a semifinales.
Milagros desconcertantes que marcaron el comienzo del fin del mundo.
Amigos imaginarios
Joel
exclamó con frialdad: ¡Madura, niño! ¡Los fantasmas no existen! Sin poder
contenerse, Elías se echó a llorar y salió corriendo hacia su recámara. Sólo
por costumbre, Joel quiso alcanzar a su amigo, pero esta vez desapareció para
siempre en el umbral de la puerta. Luego, él hizo lo mismo.
Homicidio culposo
Pelayo
no estaba dispuesto a matar a un hombre por la espalda, así que hizo un disparo
al aire como última advertencia. El ladrón no se detuvo, pero un ángel cayó
muerto.
sauceverde@gmail.com
https://sauceverde.wordpress.com
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