sábado, 17 de noviembre de 2018

Manuel Sauceverde



Manuel Sauceverde es doctor en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México y pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Por un lado, ha publicado diversos artículos científicos en revistas especializadas nacionales e internacionales. Ha obtenido el Premio Internacional de Investigación “Emilio Fontela” (Universidad de Oviedo) y el Premio Internacional de Documentos de Trabajo (Banco Central de Bolivia). Por otro lado, su obra literaria aparece en diversas antologías y medios de comunicación como La Otra, Bitácora de Vuelos, Ariadna, Narrativas, La Gualdra, La Sirena Varada, Le Miau Noir y Goliardos. Ha obtenido varios premios de narrativa, poesía y música, entre los que destacan los premios Quinta Jornada de Literatura Breve “Tweet por viaje 5.0” (Secretaría de Cultura de la Ciudad de México y Secretaría de Cultura Federal, 2018) y Cuento de Ciencia Ficción “Año Internacional de la Física” (UNAM, 2005). Además, es miembro del ensamble Didar, el cual divulga la Música Clásica Persa en México. Sus libros en imprenta: Entre una estrella y dos golondrinas (Poesía, Editorial Lectio) y Universos perpendiculares y solitarios (Narrativa, Editorial Lectio).



Yūrei

Anoche estabas tan borracho, mi señor Mishima, que te metiste en mi cama en vez de regresar a tu sepulcro. Lo bueno es que hicimos el amor como dos tigres endemoniados. Lo malo es que le diste un susto terrible a mi marido: Yasunari-san murió antes de terminar su testamento…


Helsing
La sombra no existe; lo que tú llamas sombra es la luz que no ves.
Henri Barbusse

Me irrita el zumbido que hacen los vampiros cuando vuelan o se aparean. Los no-muertos son como zancudos, pero a diferencia de éstos, ya no sucumben con el insecticida. De hecho, en los últimos años se han vuelto adictos a los compuestos químicos para matar insectos. A veces están tan intoxicados que olvidan ocultarse del sol: no es raro verlos quemarse en el aire después del mediodía. Sin embargo, es muy difícil exterminarlos cuando infestan una casa. En eso se parecen a las cucarachas.


Oeconomĭa
Pobres contra pobres, como de costumbre: la pobreza
es una manta demasiado corta, y cada cual tira para su lado.
Eduardo Galeano

Los habitantes de aquel país jamás sospecharon que nunca construimos un solo muro de contención: ellos mismos eran los ladrillos de un laberinto invisible y mutable. Aunque desconocemos de dónde salió el minotauro, nosotros les vendimos las armas para aniquilarlo. Así fue como salvamos a nuestra economía.


Siete días después
—No sea ingenuo coronel —dijo el médico—.
Ya nosotros estamos muy grandes para esperar al Mesías.
Gabriel García Márquez

El Mesías revivió una hora luego que Lázaro, su primer resucitado, le mordiera la garganta y se la arrancara. Como nos prometió en el monte Tabor, se levantó de entre los muertos y con los muertos (aunque esto último no lo previno). Siete días después, los olmos dieron peras en vez de sámaras, un camello pasó por el ojo de una aguja y la selección nacional de fútbol clasificó a semifinales. Milagros desconcertantes que marcaron el comienzo del fin del mundo.


Amigos imaginarios

Joel exclamó con frialdad: ¡Madura, niño! ¡Los fantasmas no existen! Sin poder contenerse, Elías se echó a llorar y salió corriendo hacia su recámara. Sólo por costumbre, Joel quiso alcanzar a su amigo, pero esta vez desapareció para siempre en el umbral de la puerta. Luego, él hizo lo mismo.


Homicidio culposo

Pelayo no estaba dispuesto a matar a un hombre por la espalda, así que hizo un disparo al aire como última advertencia. El ladrón no se detuvo, pero un ángel cayó muerto.

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