lunes, 16 de junio de 2014

Desiderio García Sepúlveda


Licenciado en Relaciones Públicas por la Universidad Autónoma de Tamaulipas, además de tener estudios en Mercadotecnia Política, Gestión Pública, Análisis Político, y Redacción de Órganos Informativos. Trabajó en diferentes medios de comunicación como reportero y conductor de radio y televisión, además de incursionar en la prensa escrita con columnas semanales. Colaboró como Coordinador de Comunicación Social e Imagen Pública en campañas políticas. Como corresponsal de televisión en la zona de la Huasteca Potosina fue testigo de la pobreza y violencia que sufren las etnias indígenas en México, experiencia que le sirvió de inspiración para el libro de cuentos “Montar La Bestia” (próxima publicación). Es un creyente de que la cultura en todas sus expresiones, tienen la capacidad de enderezar caminos y resolver entuertos. Se describe como un hijo de las bibliotecas públicas, porque gracias a ellas tuvo acceso a los libros que le cambiaron la vida. Su mejor amiga de la infancia (sin contar a la niña que le regaló su primer beso) fue la maestra bibliotecaria de su escuela; ella fue la responsable de instruirle y compartirle los libros correctos que alimentaron su imaginación. Participa desde hace tres años como integrante del Taller de Escritura del Profr. José Luis Velarde en donde se encuentra desarrollando un libro de cuentos y una novela. Ha publicado sus cuentos en periódicos de Tamaulipas y en portales de literatura como La casa de Asterión (Argentina) y Literatura Virtual (México). Hasta la fecha sigue tratando de hacer malabares para encontrar tiempo entre el trabajo y la escritura, para seguir con su único vicio que es la lectura, su primer amor.


Zarina

En la cúpula del cielo, ubicada en los márgenes de los días, la princesa Zarina inició su baile Zephir, la danza espiritual que derrumba estrellas y hace que los dioses volteen a mirarnos. Sus movimientos son bellos y precisos.
Se abre su flor de loto y Zarina termina su danza plegaria con una maniobra que hace perecer una estrella cercana. Su maestra Zephir captura el último movimiento de la joven bailarina mientras el polvo estelar baña sus cuerpos.
Lejos de allí, en el mar de la inmensidad la flota marina del Rey Abdul Bayar se pierde en la oscuridad de la noche al desaparecer su estrella guía.

Triste historia

Cuenta el profeta que al principio había un vacío. Ni espacio, ni tiempo, ni materia, ni luz, ni sonido. Cuando la luz surgió, la oscuridad se marchó despacio. Desde entonces la luz viaja por el cosmos para encontrar a su amante, pero esta dicha siempre se le niega. Aun así, ella lo intenta con la esperanza de llegar al límite del universo y dar un mejor final a la historia más antigua de amor frustrado.

Ofrenda

Entre las dunas ardientes que rodean a la ciudad de Ubar, una caravana de mercaderes cruza el desierto para comerciar con las tribus nómadas de la región. Los beduinos esperan obtener buena ganancia a pesar del riesgo de ser asaltados por bandidos.
Pero este peligro es insignificante, ante la amenaza que mora en la profundidad de la arena. Como un durmiente dios pagano; él, espera.
Las patas del camello resbalan por el remolino cayendo en la trampa con su carga y jinete. Unas mandíbulas se abren y la ofrenda sucumbe. Los viajantes rezan la plegaria del que mora en la oscuridad y el rey Myrmeleon se acomoda en su nido mientras envía a los inmolados al séptimo cielo.

Marloch

En el siglo XVIII en una ciudad Suiza, vivió en el barrio de los relojeros un artesano de nombre Marloch, al que los nobles y gentiles de Europa visitaban para comprar sus extraordinarias creaciones.
Los artilugios de Marloch eran famosos porque sus movimientos además de exactos, no necesitaban de cuerda. El secreto del relojero era guardar un latido de su corazón en cada maquinaria.
El día que Marloch murió, todos los relojes de la corte pararon.

La manada

Como flechas se lanzan sobre la presa, la jauría tiene hambre y la sed de caza encrespa su pelaje, un ciervo brinca tratando de evitar los hocicos babeantes que amenazan sus pezuñas, el líder de la manada le acorrala y en el último instante antes de que sus colmillos lo hieran, la víctima se convierte en niebla y polvo.
Los hombres regresan tristes a sus cuevas, esta noche de luna llena no cenarán.