Licenciado en Relaciones
Públicas por la Universidad Autónoma de Tamaulipas, además de tener estudios en
Mercadotecnia Política, Gestión Pública, Análisis Político, y Redacción de
Órganos Informativos. Trabajó en diferentes medios de comunicación como reportero
y conductor de radio y televisión, además de incursionar en la prensa escrita
con columnas semanales. Colaboró como Coordinador de Comunicación Social e
Imagen Pública en campañas políticas. Como corresponsal de televisión en la
zona de la Huasteca Potosina fue testigo de la pobreza y violencia que sufren
las etnias indígenas en México, experiencia que le sirvió de inspiración para
el libro de cuentos “Montar La Bestia” (próxima publicación). Es un creyente de
que la cultura en todas sus expresiones, tienen la capacidad de enderezar
caminos y resolver entuertos. Se describe como un hijo de las bibliotecas
públicas, porque gracias a ellas tuvo acceso a los libros que le cambiaron la
vida. Su mejor amiga de la infancia (sin contar a la niña que le regaló su
primer beso) fue la maestra bibliotecaria de su escuela; ella fue la
responsable de instruirle y compartirle los libros correctos que alimentaron su
imaginación. Participa desde hace tres años como integrante del Taller de
Escritura del Profr. José Luis Velarde en donde se encuentra desarrollando un
libro de cuentos y una novela. Ha publicado sus cuentos en periódicos de
Tamaulipas y en portales de literatura como La casa de Asterión (Argentina) y
Literatura Virtual (México). Hasta la fecha sigue tratando de hacer malabares
para encontrar tiempo entre el trabajo y la escritura, para seguir con su único
vicio que es la lectura, su primer amor.
Zarina
En la cúpula del cielo,
ubicada en los márgenes de los días, la princesa Zarina inició su baile Zephir,
la danza espiritual que derrumba estrellas y hace que los dioses volteen a
mirarnos. Sus movimientos son bellos y precisos.
Se abre su flor de loto y
Zarina termina su danza plegaria con una maniobra que hace perecer una estrella
cercana. Su maestra Zephir captura el último movimiento de la joven bailarina
mientras el polvo estelar baña sus cuerpos.
Lejos de allí, en el mar
de la inmensidad la flota marina del Rey Abdul Bayar se pierde en la oscuridad
de la noche al desaparecer su estrella guía.
Triste historia
Cuenta el profeta que al
principio había un vacío. Ni espacio, ni tiempo, ni materia, ni luz, ni sonido.
Cuando la luz surgió, la oscuridad se marchó despacio. Desde entonces la luz
viaja por el cosmos para encontrar a su amante, pero esta dicha siempre se le
niega. Aun así, ella lo intenta con la esperanza de llegar al límite del
universo y dar un mejor final a la historia más antigua de amor frustrado.
Ofrenda
Entre las dunas ardientes
que rodean a la ciudad de Ubar, una caravana de mercaderes cruza el desierto
para comerciar con las tribus nómadas de la región. Los beduinos esperan
obtener buena ganancia a pesar del riesgo de ser asaltados por bandidos.
Pero este peligro es
insignificante, ante la amenaza que mora en la profundidad de la arena. Como un
durmiente dios pagano; él, espera.
Las patas del camello
resbalan por el remolino cayendo en la trampa con su carga y jinete. Unas
mandíbulas se abren y la ofrenda sucumbe. Los viajantes rezan la plegaria del
que mora en la oscuridad y el rey Myrmeleon se acomoda en su nido mientras
envía a los inmolados al séptimo cielo.
Marloch
En el siglo XVIII en una ciudad Suiza, vivió en el barrio de los relojeros un artesano de nombre
Marloch, al que los nobles y gentiles de Europa visitaban para comprar sus
extraordinarias creaciones.
Los artilugios de Marloch eran famosos porque sus movimientos además de exactos, no necesitaban de
cuerda. El secreto del relojero era guardar un latido de su corazón en cada
maquinaria.
El día que Marloch murió,
todos los relojes de la corte pararon.
La manada
Como flechas se lanzan
sobre la presa, la jauría tiene hambre y la sed de caza encrespa su pelaje, un
ciervo brinca tratando de evitar los hocicos babeantes que amenazan sus
pezuñas, el líder de la manada le acorrala y en el último instante antes de que
sus colmillos lo hieran, la víctima se convierte en niebla y polvo.
Los hombres regresan
tristes a sus cuevas, esta noche de luna llena no cenarán .
muy bien...
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