Jaime Adolfo Muñoz Torres nace en Aguascalientes, Ags., un 28 de
septiembre de 1958. La carrera de Técnico en ventas, fue su grado máximo de
estudios (1979-1981). Publicó algunos cuentos en distintas revistas (1988-1992)
El Cuento, Cd. México. La Tarántula, Jalapa Veracruz. Talleres, Aguascalientes.
En 2009 funda el Centro cultural Tercera Llamada, una casa independiente en
Aguascalientes, la cual aún dirige.
Lo visto y lo pedido
Caminaba, vi tierrita suelta y pedí canicas.
Me vi niño y pedí
balón de futbol.
Me vi alto y lo pedí
de basquetbol.
Me vi fuerte y lo
pedí de futbol americano.
Vi sus labios y le
pedí besos.
Vi la clase de mujer
que era y le pedí la vida.
Me vi con hijos y
pedí universidades.
Me vi con nietas y
pedí pelotas para jugar.
Todo se me ha dado,
tan cíclico, universal, elíptico.
Soy un hombre feliz,
pero no satisfecho.
Caminaba, al pasar
por La Gloria, vi un lugar desocupado
Lo ocupé y pedí,
cuatro al pastor y cuatro de lengua.
Envergadura
Este como todos los cuentos, comienza con una
introducción. Luego la cosa se anuda logrando la máxima tensión y termina
cuando se viene el desenlace.
Con el impulso entre las piernas
Th, th, th, ah, vamos bonita, al paso.
Sintió entre las piernas ese leve impulso que da el paso. Amanecía, el
aire refrescó su cara, había llovido. Tierra húmeda. Ahhhhh. Las golondrinas
puntuales dibujaron su asistencia. Llagaron al camino, y con él, al monte. La
yegua, árabe, de manto simple, porcelana. La mujer, mexicana, morena clara.
¡Aja! Los hijares, la rienda. El trote suficiente para que de la blusa a
cuadros rojos, volaran dos botones, incapaces ya de contener aquel escote
espontaneo, mundano, libre como el galope que se vigorizaba ya. Sortear
mezquites, cubrir montes, eludir ramas. La velocidad, comunicación muscular
entre las piernas y el lomo. Sin tiempo, sin destino ni kilómetros. Cabello
negro, largo, suelto en desbandada. Galope cada vez más raudo, compartido.
Hembras de piernas y nalgas duras. Ojos entrecerrados, pómulos bellos, quijadas
decididas. Concierto de cascos dejando huella de un universo justificado,
armonioso y sorpresivo. Tierra fértil, sembrada de abundancia en formas.
Confesión
Lo oí llegar y sin más, lo mate. Sangré de mi
sangre, pequeño destruido por mis manos. Ni para que arrepentirme, ya estaba
muerto. No recé, pero si me quedé en silencio, atento. Oí otro y también lo
maté, al menos este aún no me picaba.
El hombre de traje
Es espectacular verlo, siempre elegante,
distinguido. Alto y delgado. Debe tener muchos trajes. Talla exacta, telas preciosas,
camisa impecable, corbata. Espalda recta, mirada fija, barba levantada, largas
piernas de andar armónico. En la mano izquierda el portafolios. Con la
derecha se acomoda los lentes y en un rápido movimiento se saca un
moco. Lo lleva haciendo bolita entre pulgar y medio. Las mujeres lo gozan con
cierto descaro, tiene un aire de madurez juvenil que a todas, atrae. Cuando va
a cruzar con otros de traje, no les da la mano. No quiere soltar la bolita,
pero inclina la cabeza respetuosísimo, mientras murmura apenas. Chingsumadre.
El hombre de traje. y lo visto y lo pedido. me gustaron. enhorabuena.
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