Roberto Omar Román
(México D.F. 1965). Es cofundador del Grupo Literario Urawa. Ha publicado
cuentos en las antologías colectivas La
semana comienza los sábados, Gambusinos y Átomos literarios y minificciones en la revista Urawario.
El
camaleón
Escribía rondas para
niños al escuchar en la mañana el trino de aves; poemas para jóvenes, al ver en
la tarde el paseo de novios; dramas para adultos, al oler en la noche las
flatulencias de sus vecinos.
La madrugada
que acarició la ciudad desnuda, escribió una novela erótica.
El
hereje
Cuando llegó al
infierno se alegró de que fuera un inmenso glaciar habitado por pacíficos seres
desnudos. Caminó y, a la orilla de un lago de fuego, descubrió a tres hombres apresurados
en abordar una canoa.
Preguntó qué
sucedía.
—Vamos a
salvar a un pobre diablo que se está
ahogando en el cielo.
La
ira del dragón
Después de derrotar
al dragón, Gaferonte lo persiguió para expulsarlo del reino. Al cabo de algunos
atardeceres, abrasado por la sed de la travesía, notó que en su huida la bestia
iba secando los manantiales. Y, en su febril pensamiento, ardió la sospecha de
que el destierro no sólo era para los vencidos.
Obra
pía
Mamá socorría a los necesitados que encontraba a la intemperie,
sin comprender que con su obsesivo afán caritativo nos iba
desabrigando. Una noche entró sorpresivamente a mi recámara para quitarme una
cobija y darla a un menesteroso. Apresurado, arrojé por la ventana la revista
de mujeres desnudas que hojeaba.
Más tarde
salí a recuperarla. Y la encontré en manos de mamá quien, monologando en su
habitual tono piadoso, cubría con los figurines de papel de las muñecas de mi
hermanita, los cuerpos de las modelos.
Desierto
El resplandor de la
fogata, donde ardía el último árbol, suscitó el llanto de la hija del talador.
Entonces, al ver brotar arena de los ojos de la niña, el hombre comprendió que
los desiertos están hechos de misericordia.
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