lunes, 7 de octubre de 2013

Roberto Omar Román


Roberto Omar Román (México D.F. 1965). Es cofundador del Grupo Literario Urawa. Ha publicado cuentos en las antologías colectivas La semana comienza los sábados, Gambusinos y Átomos literarios y minificciones en la revista Urawario.



El camaleón

Escribía rondas para niños al escuchar en la mañana el trino de aves; poemas para jóvenes, al ver en la tarde el paseo de novios; dramas para adultos, al oler en la noche las flatulencias de sus vecinos.
La madrugada que acarició la ciudad desnuda, escribió una novela erótica.


El hereje

Cuando llegó al infierno se alegró de que fuera un inmenso glaciar habitado por pacíficos seres desnudos. Caminó y, a la orilla de un lago de fuego, descubrió a tres hombres apresurados en abordar una canoa.
Preguntó qué sucedía.
Vamos a salvar a un pobre diablo que se está ahogando en el cielo.


La ira del dragón

Después de derrotar al dragón, Gaferonte lo persiguió para expulsarlo del reino. Al cabo de algunos atardeceres, abrasado por la sed de la travesía, notó que en su huida la bestia iba secando los manantiales. Y, en su febril pensamiento, ardió la sospecha de que el destierro no sólo era para los vencidos.


Obra pía
           
Mamá socorría a los necesitados que encontraba a la intemperie, sin comprender que con  su obsesivo afán caritativo nos iba desabrigando. Una noche entró sorpresivamente a mi recámara para quitarme una cobija y darla a un menesteroso. Apresurado, arrojé por la ventana la revista de mujeres desnudas que hojeaba.
Más tarde salí a recuperarla. Y la encontré en manos de mamá quien, monologando en su habitual tono piadoso, cubría con los figurines de papel de las muñecas de mi hermanita, los cuerpos de las modelos.


Desierto


El resplandor de la fogata, donde ardía el último árbol, suscitó el llanto de la hija del talador. Entonces, al ver brotar arena de los ojos de la niña, el hombre comprendió que los desiertos están hechos de misericordia.

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