Judith
Castañeda Suarí (Distrito
Federal, 1975). Ha escrito los libros La
distancia hasta el espejo (Premio Nacional de Literatura Joven “Salvador
Gallardo Dávalos”, 2005), Dios de arena
(Premio Nacional de Cuento Joven “Alejandro Meneses”, 2007) y Aire negro (Premio Nacional de
Narradores Jóvenes “María Luisa Puga”, 2007). Participó en la exposición Volcanes,
explosiones de poblanidad, y en las antologías La muerte es un sueño (2009), Puebla
directo, 15 relatos de la ciudad (2009), Antología mínima del orgasmo (2010), Volver a los diecisiete, cuentos de lolitos (2010) y Piezas cambiantes (2010). Fue
alumna en talleres de cuento a cargo de Beatriz Meyer, Alejandro Meneses y José
Prats Sariol. Ha sido becaria del Fondo
Estatal para la Cultura y las Artes en 2006 y 2009. Publica en
suplementos culturales locales y en la revista Crítica.
Desobediencia
Un día, al fin, se atrevieron a entrar en
territorio vedado por la voluntad del creador. Descubrieron varios pares de
alas asomándose entre barrotes de oscuridad. Era cierto entonces: existió un
cielo anterior y el nuevo, donde moraban, había sido alzado por los expulsados
de los abismos.
Narciso
Terminó por amarlo aunque lo vio sólo unos
segundos, más allá del cristal, mientras alisaba sus cabellos. Cuando su mirada
castaña estaba a punto de alejarse no pudo soportarlo y lo tomó de la mano.
Permanecerían juntos siempre. Desde entonces él está a su lado, frente a aquel
edificio, sin desviar los ojos de la ventana.
De
sangre azul
Voy a limpiarlo en cuanto acabe de pintar el
cuarto, dijo después que los vecinos señalaron el camino de huellas azules a
medio patio, la brocha todavía goteando pintura. Por la noche, más de tres
Pegasos nacieron de esas huellas y abriendo unas alas ultramar, se perdieron en
el índigo del cielo.
Rebelión
“Ni creas que voy a permitirlo, sé lo que
ocurrió con la otra y no quiero sufrir un destino igual”, se quejó, aferrándose
a su sitio. Él no tuvo más remedio que desistir. Y entonces, luego de
muchísimos años, Dios expulsó al hombre del Paraíso, otorgándole la muerte a un
Adán solitario, sin hijos.
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