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miércoles, 28 de abril de 2021

Ruth Pérez Aguirre

 

Ruth Pérez Aguirre (Mérida, Yucatán). Egresada del diplomado de Creación Literaria de la escuela de escritores SOGEM José Gorostiza. Diplomada por el INBA 2016 de Actualización para Escritores. Becaria por FECAT 2006. Escribe poesía, novela, cuento, microficción y literatura infantil. Ha publicado 35 títulos en los diferentes géneros. Es traductora de italiano al español. Antologada en 98 obras.

Con el propósito de promover la lectura, fundó una Editorial Cartonera en 2011: Ediciones htuRquesa Cartonera, a través de la cual asiste a encuentros, y formó parte del proyecto Cartoneras en América auspiciado por la Universidad de Surrey, Inglaterra, en 2018. Sus libros están indexados en la Biblioteca de la Universidad de Madison, USA.

Ha obtenido premios en Barcelona y Palma de Mallorca, así como menciones de honor y especiales en diferentes ciudades de México y otros países como Cuba, EEUU, Argentina, Chile, España, Italia, Australia, Bolivia, Brasil. Recibió el Premio a la Trayectoria por SELAE, de Milán, Italia. 2014. Premio a la Trayectoria por la Academia Literaria de la Cd.Mx, 2018. Premio Gustavo Ponce por trabajo literario en 2019.

Inició un proyecto llamado Mujeres que NO callan, cinco antologías hasta 2020, que se han presentado en diferentes ciudades y varios países, incluido Marruecos, en el XIII EIDE, Encuentro Internacional de Escritoras.

Ruth forma parte del proyecto de la Dra. Adriana Pacheco: Hablemos Escritoras en el episodio número once, auspiciado por la Universidad de Austin, Texas.

 

Contacto: ruthperezaguirre@yahoo.com.mx

 

 

 

Ni trick and treat

 

Durante todo el mes de octubre, mamá sólo usaba las sábanas blancas. Cuando las cambiaba las ponía en un canasto, arrugadas y malolientes. La noche del 31 los fantasmas llegaban, pero se iban de la casa ofendidos y desnudos por tan grosero recibimiento. Cuando ella falleció, sus hijos continuamos con la misma costumbre: ninguna sábana blanca en los tendederos ni en la ropería.

 

 

Todo en mínima medida

 

Tití era la más pequeña y consentida de la familia. Fue creciendo rodeada de mimos por parte de todos y si no, los exigía. Le deleitaban los pequeños detalles, los objetos chiquitos y simpáticos. Cuando murió, sus cenizas las metieron en un ánfora para mascotas y eso sí la enfureció.

 

 

¿Por qué ponen comida en los altares de muertos y no libros?

 

Ramiro siempre detestó los altares del Día de muertos, tradición mexicana donde se colocan los retratos de los ya fallecidos de la familia de cada casa, entre velas y comidas, y los criticó sabrosamente. El día en que su foto ocupó el lugar más reciente ya no pudo decir nada.

 

 

Andrea y sus amigas

 

Andrea era tan buena amiga que todas ellas la querían mucho. Su don de saber escuchar, sin opinar y sepultar en su interior los comentarios la convertían en un ser único. Seis amigas íntimas, a cual más terribles, le platicaban sus cuitas: uso de drogas, abortos, relaciones lésbicas, robo en tiendas departamentales, días de pinta…

Andrea las escuchaba con asombro y se cubría el rostro con las manos, pero… cada día, no sabía por qué, iba ganando peso, se estaba haciendo más voluminosa, más lenta para caminar y su respiración más agitada. Su familia se preocupaba por ella porque Andrea comía poco, decía que siempre se sentía muy llena.

Un día, en plena clase en la universidad, empezó a contar en voz alta cada uno de los secretos que llevaba guardados en su alma. Cuando hubo “vomitado” todo, Andrea recuperó su peso, su agilidad para caminar y su respiración normal.

 

 

Solsticio maya

 

X-Tul desde niño asistía, en cada solsticio, a contemplar cómo descendía la serpiente emplumada por el templo del sol…y le daba miedo, pero tenía que ocultarlo si no su padre lo castigaba.

Cuando era joven, su padre falleció a causa de una mordedura de serpiente, entonces él decidió lo que le correspondía hacer: matar a la serpiente el próximo solsticio. Llegado el momento, sale corriendo de entre los matorrales blandiendo una lanza con la punta mortal de obsidiana que dispara hacia la cabeza de Quetzalcóatl. Éste le responde con un rayo al pequeño maya y lo fulmina ipso facto. X-Tul cae muerto para asombro de los mayas.

 


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