Alejandro Gutiérrez (Ciudad de México,
1995). Tesista egresado de la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas
de la UNAM, apasionado por la minificción y la Medicina. No tiene publicado
ningún libro aún, y tampoco ha terminado cabalmente ninguna licenciatura. Es,
por ahora, sólo una promesa, una pequeña semillita que germinará, con los
cuidados del tiempo, en un frondoso árbol.
Risperidona
Disfruto mucho estar
en compañía de mis dos mejores amigos: Cuatrocientoscuarentaydós y
Viernesábado. Los tres pasamos la noche contando historias y jugando a los
monstruos. Me encanta ver cómo se transforman, me encanta ver cómo bailan, cómo
ríen, cantan. Aunque me vuelve loca probarlos, sentir su aroma, contemplar sus
formas, sé también que ninguna pijamada dura para siempre. Y está a punto de
amanecer. Ya es tiempo de que se vayan: me tengo que tomar esa pastilla que me
recetó el doctor.
El tiempo
El tiempo es un
pequeño viejecillo que porta unos anteojos redondos pasados de moda. Se graduó
con honores de la Facultad de Medicina y, actualmente, es un especialista en
resolver toda clase de padecimientos, entre los cuales destaca, por supuesto,
el mal de amores. En el momento en el que te encuentras roto, un ordenanza
corre a avisarle. Así él, con toda la destreza y sigilosidad aprendidas per
saecula saeculorum, va a quitarte una por una, día con día, las penas que
te afligen, hasta que tu equipaje se vuelve tan ligero que puedes volver a
andar por ti mismo una vez más.
Microrrelatos
Llegó a su casa con el
ocaso. Fatigado, se recostó en su cama, justo al lado de la mesa de noche y
abrió el libro. —¡Al fin! —exhaló con satisfacción. Pronto comenzó a leer los
microrrelatos, dando vuelta a la páginas con entusiasmo, sin percatarse de un
sutil rubor en la pasta de su ejemplar. Con gran empeño, los microrrelatos intentaban
disimular el bochorno, pero, al igual que el hombre, también habían estado
esperando todo el día para leerlo a él.
Big Bang
Con ella comenzó el
tiempo. Antes, no existía más que un punto solitario en medio de la nada. Sólo
una singularidad primitiva, con cierto nombre parecido al mío, habitaba las
penumbras de infinita oscuridad.
Desfase
Hoy siento que las
cosas no encajan unas con otras. Todo parece haberse desfasado, y por menos de
medio centímetro, por menos de un segundo, los puntos de unión entre un
elemento y otro, de una vida con otra, no embonan, por más esfuerzo que uno
empeñe. Yo mismo no me puedo acomodar en ningún sitio. Golpeo una y otra vez
con el borde más angosto de mi cuerpo, sin éxito. Golpeo con ese borde que se
degasta con cada intento, pero que no cede jamás a que las cosas vuelvan a
encajar unas con otras.
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