domingo, 9 de marzo de 2014

Aldo Flores Escobar


Aldo Flores Escobar (México, DF, 1984). Titulado por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México; estudió la licenciatura en Creación literaria. Acaba de concluir una novela que lleva por nombre Orgía con las sirenas, y escribe otra más: Las palabras más cultas; ambas cimentadas con ficciones súbitas. Algunos de sus cuentos y minificciones han sido compilados en diversas antologías.
En mayo, del presente año, publicará Futbol en breve. Microrrelatos de jogo bonito, antología en la que participan escritores de quince países del orbe.



[De Orgía con las sirenas]


Periplo

Sesilu decidió partir de casa, pensó que alejado de su esposa el deseo de devorarla se iría de su mente. Tomó dirección hacia el Este y en las praderas de Luzela comió carne de venado, en Zapratia se alimentó con la del oso; rumbo al Noreste, en el corazón de Califás, los búfalos y carneros formaron parte de su menú; en la fría región de Carpenia cazó lobos. Una vez que se encontró en el Polo Norte comió focas, pingüinos y, por supuesto, muchos pescados que hacía tanto tiempo no había degustado.
Sin embargo, nada lo dejó satisfecho y no tuvo otra opción que regresar a casa y probar sirenas.
Tardó tres meses en volver a la Comunidad de los Pescadores, se acercó a la costa en busca de la carne de sus tentaciones, se asomó hacia el horizonte y contempló que el mar se había secado.


Canto de sirena

Se extingue un canto que arponea mi sonrisa, soy hechizo de un alfarero que me convirtió mitad estatua. ¡Sufro mutaciones de luciérnaga! Oda a unas piernas que se bestializan toda vez que el mar convulsiona tempestades.



[De Las palabras más cultas]


Días de otoño

Vestido con chaleco, pantalón a rayas, portafolio de piel gastada y lentes cuarteados un gerundio ha pasado el día en busca de un empleo. La noche le ha caído de golpe, fuma cigarros sin filtro y toma café doble sin azúcar. Hoy no ha comido y las suelas de sus zapatos se gastarán más, pues seguirá vagando en busca de un libro de paso, conoce una librería de mala muerte y quizá en ese almacén de viejo consiga una página suave que lo cobije mientras llegue el nuevo día.


Campo abierto

Cuando una semiotripía parla con una semioclasia a menudo la confunde con la semiofisis; por lo regular la tmesis le recuerda lo craso de su error y justo en ese momento la espaleología interviene para mencionar que no es prudente andar en casos ajenos, pero las deixis y las anáforas le reprochan que ella ha intervenido en asuntos que no le corresponden; entre el cotilleo que va subiendo de tono aparece la etimología para poner orden y devolver a las palabras a su propio terreno.


La desdicha


Aquel gerundio observa desde el café de costumbre a las palabras más cultas, aquellas egresadas del diccionario de la Real Academia de la Lengua, quienes levantan la taza de té con suma elegancia; mientras que él no puede beber más café, que esta vez pidió simple, su economía no alcanzó para más; se levanta de la mesa, paga lo que ha consumido mientras observa de reojo a las palabras más cultas.


2 comentarios:

armando dijo...

Estupendos... y muy bien escritos...

Anónimo dijo...

Geniales... A.F.E.