jueves, 24 de octubre de 2013

Mariano F. Wlathe


Mariano F. Wlathe nació en la Ciudad de México el 29 de enero de 1986. Estudió Ciencias de la Comunicación en la UNAM. eN 2010 obtuvo el segundo lugar en el 4o Concurso de Cuentos sobre Alebrijes del Fideicomiso Museo de Arte Popular. Sus cuentos se han publicado en las antologías Bosques, Penumbria Año 1, ¡Está vivo!, Breve antología de microrrelatos anti-navideños, y en las revistas: Penumbria, RegistroMx, Radiador Magazine, Revista ARTEntado, Alternanzas, Infame, Semen, Prosvet, Nocturnario y La libélula. En Octubre de 2013 publicó su primer libro de microficciones: Calavera.



Desde que la vi con otro, para mí ella se volvió un fantasma; aunque el muerto hubiera sido yo.

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—Vamos, hijita. Hoy es el día que nos toca estar juntos —dijo el papá.
La niña miró el calendario para recordar cuál de los dos era el muerto.

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Su mamá revisó el ropero y debajo de la cama en busca de fantasmas. El niño miró a través de ella y sonrió.

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El abuelo cenó tranquilo con la familia; sin embargo, se alteró al ver su foto en el altar.

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Aunque estaban vivos, enterramos a sus hijos con él para que no tuviera por qué regresar.

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Hace un año sembré el cráneo de mi madre en el jardín; hoy, docenas de hermanos cuelgan del árbol que creció.

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Fui a que me leyeran los huesos, pero no soporté el dolor cuando cambiaron de página.

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Descubrí que siempre estuvo tras mis huesos cuando exhumó mi cadáver.

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Entre los muertos, los gusanos siguen siendo la mejor forma de perder peso.

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En el porno entre esqueletos uno nunca sabe si queda poco o mucho a la imaginación.
Los profanadores sólo encontraron palabras en la vieja tumba del escritor.

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La culpa es un gusano que carcome los huesos de los vivos.

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Cada año es más difícil proveer la comida para la ofrenda de mi tío caníbal.

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—Voy a sacar a pasear a los niños.
—Está bien, pero no olvides volver a enterrarlos.

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Su biblioteca estaba llena de cráneos porque prefería pasar más tiempo con los autores que con sus libros.

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Aunque se disparó en la cabeza, siempre la imagino saltando de una ventana. Una ventana que se abrió cuando todas las puertas se cerraron.

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Recibir un beso de ella cada noche lo seguía reconfortando, no importaba que hubiese muerto hace años.

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—No quiero morir —dijo mientras se desangraba entre mis brazos.
Me conmovió tanto que, por un momento, olvidé que yo era la muerte.

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Al verse convertido en esqueleto, quiso pellizcarse para saber si soñaba, pero no encontró dónde.


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Cada año amanece en el bote de basura la comida del altar a la niña que murió de anorexia.

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En un país de muertos a los vivos se les pone ofrenda.

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Atormentado por su fantasma, finalmente, decidí enterrarla.

Contacto: mfw.contact@gmail.com
Página Web: Calavera.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta.

Eduardo Mancilla dijo...

Totalmente geniales.

Adelina dijo...

Extraordinarios.