Abril Albarrán nació en la Ciudad de México en 1987, pero se crió en Cd. Nezahualcóyotl. A los 11 años comienza a vincularse con el arte, siendo la pintura al óleo la primera relación. Actualmente estudia la carrera de Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Trabajó en el proyecto universitario Ecos de la imagen (libro interactivo de videopoesía). Algunos de sus poemas han sido publicados en el Periódico Echando Lápiz (Colombia), en la antología del taller literario de Hugo Hiriart: Cada Chango a su Mecate, en la revista literaria El Perro (México), en la antología One Hundred Poets Plus (Inglaterra) y en la antología Las Voces de las Mariposas del XIX Encuentro de Mujeres Poetas en el País de las Nubes.
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Antes de ir a la ducha de media noche, me sentaré sobre las boronas de luz que dejan las estrellas, esos faroles cósmicos alimentan los paneles de mi imaginación. Escribiré sobre la hoja color manila en mi libreta. Me aterra el papiro electrónico con esa decencia blancuzca que irrita el iris y no me permite disfrutar de la sincronía gráfica que se suscitará. El marcador y las alertas de tus mensajes me estresan porque me ándalean, hacen perder el ritmo para insertar las letras. ¡Peor!, si al final, el esfuerzo en el display de este trauma haga corto circuito, digo, por una alerta de virus. Mejor, sigo mi camino a la regadera, de todas formas ya te has desconectado.
Insomnio
El espejo trazó una silueta que deambulaba en su reflejo. Destellos azulados a través del pasillo. El sueño fue la salida de emergencia.
En el escritorio
Un ramo de orquídeas putrefactas aromatiza el cuarto. Asomas la cabeza por la ventana para arrojar un suspiro. Pero te asombra encontrarte en la vereda siendo asesinado por la apatía.
Aislamiento
La sensación de humedad en mi cuerpo me despierta de un sueño profundo que desde hace horas trato de concebir. Giro a mi derecha, doblo un poco mi dorso para alcanzar a ver el reloj que está sobre el escritorio. Todavía es temprano. Entonces decido quedarme otros treinta minutos para seguir saboreando lo tibio de las sábanas. Me acomodo nuevamente. Arreglo las sábanas, el edredón, la almohada; mientras la sensación de humedad me arrulla. Ahora me despierta el eco de un estruendo. Percibo que alguien está saliendo de la casa. Abro los ojos por segunda ocasión. Trato de enfocar la mirada en el reloj pero por más que parpadeo veo borroso. Tallo mis ojos, no da resultado. Decido levantarme de la cama, pero mi energía sólo me da para sentarme sobre ella. Fijo la vista en las cortinas que son bañadas por los rayos del sol. Bajo la mirada para tratar de ponerme las pantuflas. Mi aleta es muy resbalosa y grande, no cabe en ellas. Gana la desesperación. Nado hacia el pasillo.
De un pensamiento —patético—
Escurrió una palabra como un sueño. Al estrellarse con el suelo, implantó una resonancia e inmediatamente paralizó todo a su alrededor. Lo mantuvo así por un lapso eterno. Y por cada vibración obtuvo un fragmento de mis emociones, revelando una imagen del reflejo que teme mostrar mi pasión oculta. ¿Qué pasará cuando el espejo no me reconozca?
Este es una prosa a la vez precisa y llena de sombras, luces apagados, rafagas de viento. Es matematica y atmosfera unidas. Mi reaccion es fisica. Me pongo un abrigo antes de caminar hacia ella. Agradezco estos nuevos aires en el cielo mexicano.
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