Alejandro Jodorowsky (Chile 1929). Artista polifacético que ha destacado como escritor, dramaturgo, actor, poeta, director teatral, director de cine, guionista, mimo… A la edad de 24 años viajó a París y se integra a la compañía de Marcel Marceau. En 1960 se instala en México por cerca de veinte años; a partir de 1980 reside en París y adquiere la nacionalidad francesa. En febrero de 1962 funda, en colaboración con Fernando Arrabal y Roland Topor, un movimiento artístico: el Pánico, que se sustenta en tres elementos básicos: terror, humor y simultaneidad. En la década de los noventa, instalado ya definitivamente en París, Jodorowsky se consagra a la escritura de varias series de cómic de ciencia-ficción con elementos esotéricos. La aportación más controvertida de Jodorowsky es la psicomagia, técnica que conjuga ritos chamánicos, el teatro y el psicoanálisis, y cuyo objetivo es conseguir la curación de los pacientes por catarsis.
La obra literaria de Alejandro Jodorowsky la conforman Las ansias carnívoras (1981), El loro de siete lenguas (1984), Donde mejor canta un pájaro (1993), El niño del jueves negro (1999) y Albina y los hombres-perro (2000). En México ha publicado Psicomagia (2005), Antología Pánica (1996), Los Evangelios para sanar (1997 - 2002), La sabiduría de los chistes (1998), El paso del ganso (2001), La danza de la realidad (2002), Fábulas pánicas (2003) y La vía del Tarot (2004). Entre sus películas más conocidas se encuentra La montaña sagrada, El topo y Santa sangre.
La Jaula
Quiso avanzar, tropezó con una pared invisible. Quiso retroceder, le pasó lo mismo. Palpó arriba, abajo, a los costados: estaba encerrado en una jaula de cristal. Dio golpes sin perder nunca las esperanzas, insistió una y otra vez en el mismo sitio, hasta que sintió un crujido y pudo atravesar la superficie fría con el puño. Se abrió paso y, por fin, salió al exterior. Avanzó feliz, sonriente, libre, pero se dio un frentazo contra una pared invisible. ¡Estaba dentro de una jaula mayor! Pensó, consolándose: “¡Por lo menos es más grande y está creciendo! ¡Crecerá tanto que un día desaparecerá!” Pero la jaula no crecía: el señor iba empequeñeciendo.
¡Arde, bruja, arde!
La monja estaba siendo quemada viva. Un mendigo, acosado por el frío, había llegado a la iglesia pidiendo albergue. Porque no tenía con qué hacer un fuego para calentarlo, la monja quemó una virgen de madera. Ahora el abad, viejo reseco a quien nadie había visto sonreír, la quemaba a ella, acusándola de comunista sacrílega. Ardió la pira, ardió su cuerpo, ardió su cuerpo, ardió su cuerpo, ardió su cuerpo, pasaron las horas, los días, tres semanas, y la carne siguió echando llamas sin consumirse. Las noches de la aldea ya no eran oscuras, los gallos no cesaban de cantar, los vecinos no podían dormir. Formaron filas, se pasaron baldes llenos con agua para empaparla, el incendio no cesó. Así, lanzando lengua de fuego, la arrojaron a un pozo que colmaron con arena. De ese profundo sepulcro emergió un calor intenso que atrajo moscas, arañas y víboras. Decidieron desenterrarla. La encontraron aún en llamas y además viva. Le rogaron que dejara de arder. Sin decir una palabra caminó hacia la iglesia, bajó del púlpito al abad y lo estrechó contra su pecho. “¡Entra en Su corazón!” Cuando el viejo se consumió sin dejar cenizas, ella dejó de arder. Tomó una escoba y, como de costumbre, se puso a barrer el piso. Los aldeanos le llevaron pedazos de leña temiendo que algún otro mendigo llegara a pedirle albergue.
Ilusión equina
Un gran guerrero domó un caballo salvaje y montado en él conquistó ciudades, países, continentes. Al fallecer su amo, el animal anunció con gran orgullo: "¡Yo continuaré la conquista!", y se lanzó al ataque. ¡Lo mataron en pocos segundos y dieron su carne a los perros!
Maestro inútil
Caminó por esa ciudad en la que todos los habitantes se apresuraban a entrar temprano a sus casas para que no los sorprendiera el toque de queda. Tenía infinitas respuestas, pero no encontró a nadie que quisiera hacerle una pregunta.
Campo de concentración
El prisionero estira sus dedos y con trazos digitales forma un laberinto por donde su alma vaga buscando una salida.
Después de la guerra
El último ser humano vivo lanzó la última paletada de tierra sobre el último muerto. En ese instante mismo supo que era inmortal, porque la muerte solo existe en la mirada del otro.
Epistemología
Con tristeza, el camaleón se dio cuenta de que, para conocer su verdadero color, tendría que posarse en el vacío.
Me he deleitado leyendo estos micros. Será que debemos bordear el vacío para saber quienes somos?
ResponderEliminarJodorowsky...
ResponderEliminarDespués de su nombre creo que ya no hay nada.
"La Jaula" fue de las primera pantomimas que le escribió a Marcel Marceau junto con otra "El fabricante de mascaras, dónde la hallaste?
En un periódico se anunciaba el siguiente clasificado: "ALQUIMISTA DE PUTAS" para toda aquella prostitutas que buscan quitarse besos ajenos del cuerpo y convertirlos en monedas.
ResponderEliminar(juego de oficios/tweeter)