Luis Gonzali. Tampico, México, 1982. Actualmente vive en la Ciudad de México. Estudió una licenciatura en matemáticas y trabaja como Gerente de Inversiones. Escritor por imitación, pues uno de sus grandes placeres es la lectura, lo cual lo llevó a la convicción de que todo lo que vale la pena escribir ya ha sido escrito. Aun así no se amilana y escribe. Algunos de sus microcuentos han sido reconocidos en Argentina y México y forman parte de diversas antologías en internet. Publica periódicamente en su bitácora Reflexiones desde la buhardilla, la cual ha estado muy descuidada últimamente.
Ad inversus
Despertó de golpe. Sudaba. Un sabor metálico le llenaba la boca. Se levantó, se miró al espejo y vio un hilo de sangre corriéndole por la comisura del labio. ¡El sueño había sido tan real, tan vívido!
Se lavó la cara y se dirigió al trabajo. Ese día, a pesar de que fue particularmente atareado, no pudo concentrarse. Las imágenes en su cabeza se asemejaban más a un retrato fiel de la realidad que al recuerdo difuso con que se evoca un sueño: la persecución, el aroma de la sangre mezclada con el lodo, los gritos de dolor. Sólo acordarse le estremecía la piel.
El día fue largo y cansado, y cuando llegó a su casa, lo único que quería era que todo acabara. Quería dormir y, con un poco de suerte, no soñar. Por ello, tan pronto hubo cenado, se dio un baño y se metió a la cama. No tardó mucho en conciliar el sueño, y cuando logró dormirse, el dinosaurio todavía estaba allí.
Imposición
Yo sé que alguien me ha puesto aquí y me ha dado todos estos minutos para que piense. Me detengo y reflexiono. «El tiempo es circular, el destino es circular y todo lo que importa en este mundo es circular. Revivirlo todo, una y otra vez, eso es lo que vale». Reanudo la marcha. Me detengo, vuelvo a pensar. «Pero quizás la línea recta no sea tan mala: la posibilidad de no tener que visitar este punto otra vez, de ser todo y nunca repetirme». Avanzo. Me detengo. Pienso: «Quizás un balance entre ambas cosas es la visión correcta; mutar según la situación». Vuelvo a avanzar, me detengo una vez más y por octava ocasión el ciclo de ideas se repite. «Pero, que todo sea circular no es mala idea».
El tráfico y el calor están terribles. Intuyo el principio de un horrible mareo y, si sigo dando vueltas en esta glorieta sin que nadie me deje salir, voy a tener que tomar una decisión que afectará mi vida para siempre. Sólo espero que cuando tenga el valor de tomarla, esté en esa parte del camino en donde me convenzo que la línea recta es lo mejor.
La mujer que amé me ha convertido en un fantasma
A mi madre y sus fantasmas
Cansado de ser yo el que siempre se tenía que aparecer a mitad de la noche, la desperté: «¿Por qué no te apareces tú también?», le dije. Ella, todavía recostada en la cama, pálida como un reflejo distante, me veía como quien ve a un niño que no comprende nada. Se levantó y acercándose a mí, murmuró: «Despiértate mi amor, los fantasmas no sueñan», y fue entonces que desperté de golpe.
Ella, recostada a mi lado, todavía dormía en la cama, y yo... yo empezaba a desvanecerme.
Sitio web: Reflexiones desde la buhardilla
Contacto: luisgonzali@gmail.com
1 comentario:
De los mejores nuevos talentos que hay. Un gran amigo que pasó por La Inter.
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