Samantha
Vaquero (Puebla, México) es profesora en formación docente. Ha asistido a
talleres de cuento, escritura y psicoanálisis. Mediadora de lectura del
programa Salas de Lectura. Sus minificciones han sido publicadas en antologías
como: Vamos al circo. Ficción
Hispanoamericana (2016), Cortocircuito.
Fusiones en la minificción (2017) y Resonancias
(2019). Twitter @SamVaquero
Curriculum
Vitae
Mariana es como esas muñecas rubias de los
comerciales de televisión, con su cabellera impecable, ojos verdes y con el
cuerpo que muchas aspiramos tener cuando jugamos a las Barbies.
Ella
es el prototipo de mujer que tiene todas las cualidades para ser una excelente
esposa, madre, amiga, compañera. Sabía cocinar, combinaba los alimentos de
forma saludable así como su vestuario por temporada y paleta de colores.
Cumplidos los 40 años,
Mariana cuestionaba su curriculum perfecto, estaba sobre calificada. Seguía
esperando al hombre indicado.
Decimotercer
aniversario
Para
celebrar el decimotercer aniversario, vacié en el decantador el merlot.
Hablamos del clima, de los niños y los pagos pendientes. Le dije sobre las
clases del taller de escritura y de mi angustia por los cuentos inconclusos.
Él
me miró y me dijo sin titubear ¡tú no sabes escribir finales!
Él
tenía razón.
Le
di un sorbo a mi copa.
Sigo
aquí.
Ojos
tristes
Mi
abuela fue la mujer más triste que he conocido. Siendo una adolescente se fugó
una noche de octubre con un hombre de ojos grandes, tez clara y voz profunda.
Se enamoró, pero él era de los hombres que se alejan pero nunca se van.
Lo
amó tanto que nunca pudo dejarlo, así que con el desamor, el ir y venir de aquel
hombre, vivió con la tristeza en sus ojos.
La séptima hija
Mi
abuela Etelvina fue una mujer de caderas anchas que parió siete hijos, hasta
que envió a su esposo a vivir a la pieza del fondo. A los siete hijos casó por
la iglesia, hubo siete fiestas y siete bendiciones frente a la imagen de la
virgen.
Dolores
la séptima hija, se casó vestida de blanco en la capilla del pueblo, pero siete
meses después regresó a la casa materna con tristeza en sus ojos y un bebé en
la panza.
Con
vergüenza ella le guardaba respeto y fidelidad absoluta a la abuela Etelvina,
caminaba junto a ella sirviendo el café y levantando la mesa como moza en restaurante.
Años
después la abuela Etelvina le dijo: “Debiste casarte con el carnicero viudo,
aunque feo y gordo, ahora tu hija sería dueña de la carnicería”. Dolores guardo
silencio y respondió: “Me casé con el sastre porque usted me dijo que él era un
hombre guapo y que tendría hijos de ojos verdes, como los de él”.
Prioridades
Ella le dio un ultimátum por quinta vez:
tenía que irse de la casa. Él saco un revólver de la caja fuerte. “Me voy a
matar”, dijo. Ella lo miró y respondió: “No hay leche, voy al supermercado”.
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